Unidad en la tormenta. El mérito de la colaboración ciudadana
Cuando la ciudadanía se involucra activamente, desde respetar normas básicas hasta participar en procesos de diálogo y transformación, se construye gobernabilidad de forma transversal.
Para nadie es desconocido que vivimos tiempos complejos a nivel mundial, y México no es la excepción.
La incertidumbre política, los desacuerdos ideológicos y la polarización social en muchas regiones parecen marcar el pulso de nuestras conversaciones diarias.
Sin embargo, en medio de esta tempestad, hay esta verdad innegable: una sociedad que se fragmenta y antepone intereses particulares o de poder, pierde fuerza; pero una sociedad que colabora, incluso en la adversidad, se transforma en una fuerza imparable.
El primer paso para desarrollar este principio colaborativo para la construcción del bien común es entender que colaborar con la autoridad no significa sumisión ni renunciar a la crítica, ni a la exigencia de transparencia y rendición de cuentas.
Significa aceptar y reconocer que, si hay voluntad, se puede construir una visión común donde se entienda que el bienestar colectivo requiere de esfuerzos compartidos.
Cuando la ciudadanía se involucra activamente, desde respetar normas básicas hasta participar en procesos de diálogo y transformación, se construye gobernabilidad de forma transversal. A esto le llamo yo hacer comunidad.
En esta premisa, es esencial construir ciudadanía e instituciones civiles responsables, que entiendan perfectamente que tienen que seguir trabajando en sus objetivos institucionales, en lo suyo, pero también sumarse a trabajar en lo de todos: el bien común.
La educación, la movilidad, la seguridad, el agua, combatir la pobreza, la salud, entre otros temas estructurales, que nos afectan o lastiman a todos por igual, sin importar colores, edad, religión o clases sociales, son compromisos de todos.
En este contexto, hay que subrayar que el principal reto para lograr esa colaboración efectiva entre sociedad civil y autoridad es: superar la desconfianza.
Y, a pesar de la adversidad y de un próximo proceso electoral, hay que trabajarla, porque nos está llevando a la apatía o incluso al enfrentamiento hostil que no construye, sino destruye.
Nuestra sociedad gana más si hacemos equipo.
La colaboración con las instituciones, aún imperfectas, permite canalizar demandas, construir soluciones y evitar que la crisis se convierta en colapso.
Hay que recordar que han existido momentos históricos de tensión y tragedia, como terremotos, pandemias o transiciones políticas con alta dosis de erosión.
Y aun así, hemos visto cómo la sociedad organizada (vecinos, maestros, estudiantes, empresarios, profesionistas, trabajadores, sindicatos, iglesia) han sido clave para mantener el orden, distribuir ayuda y exigir cambios sin caer en la violencia.
La autoridad, cuando es receptiva, se fortalece con esta energía ciudadana, por eso debe haber en los gobiernos políticas de puertas abiertas y ser incluyentes.