Solidaridad
¿Les platico? ¡Arre!
Las oleadas de migrantes polacos comenzaron a llegar al Nuevo Mundo en el año 1601.
Junto a irlandeses e italianos fueron los primeros europeos que se asentaron en Estados Unidos. Los ingleses vinieron un siglo después.
Los miembros de una de esas familias llegaron a Corpus Christi en 1910 a bordo de un carguero que salió de Gdansk, Polonia -afamado por sus astilleros- con destino Nueva York, pero que terminó en ese puerto texano del Golfo de México.
Eran los Heron Heimann y como muchos, americanizaron los apellidos para facilitar su inmersión en la nueva cultura.
Conservaron el Heimann, que siendo judío-alemán tiene sus raíces en el Kayman árabe.
Lo hicieron para que sus descendientes no olvidaran sus orígenes.
El Heron lo derivaron de un apodo irlandés que se usa para las personas altas y delgadas, como las garzas.
Entonces, en América pasaron a ser los Garza Heimann.
Huían de la I Guerra Mundial, que había estallado un año antes y cayeron en otra, la Revolución Mexicana.
Mi abuelo y un hermano suyo se separaron de la familia y solos, llegaron a Eagle Pass, de donde cruzaron la frontera hacia Piedras Negras, Coahuila, que así se llama esa ciudad por los yacimientos de carbón en esa región.
Eran ferrocarrileros, de los que movían el carbón que alimentaba los motores de los barcos construidos en Gdansk.
Consiguieron una concesión para operar los trenes que transportaban esa materia prima a la Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, donde se había construido en el año 1900 el primer alto horno de América Latina.
En uno de esos viajes, mi abuelo -que castellanizó su nombre al de Plácido- se quedó en Monterrey, cansado de lidiar con carrancistas, villistas, maderistas y con las tropas federales, que le estaban arruinando el negocio -también tenían una tienda- pues cada bando pagaba con su propia moneda, conocidas entonces como bilimbiques.
Cada ejército traía la suya y cuando se iban de una plaza y llegaban los contrarios, éstos traían su propio dinero. Aquello era un relajo.
Plácido murió joven; no alcancé a conocerlo, pero su esposa Lupe -la alcaldesa- se encargó de mí.
Era mi segunda madre; la primera fue Gloria, la biológica, y la tercera sigue siendo La Luna, que me abraza todas las noches.
Estuve en Gdansk hace más de 30 años y pude estar ahí de nuevo hace poco...
Ese puerto fue cuna de la primera resistencia contra la ocupación alemana en la víspera de la Gran Guerra y volvió a serlo en septiembre de 1939, cuando Hitler anexó Polonia a sus dominios, en la II Guerra Mundial.
En 1979, Gdansk acunó otro movimiento insurgente, el del sindicato "Solidaridad", que encabezó Lech Walessa para enfrentarse a la dictadura rusa que dominó a Polonia desde el fin de la II Guerra Mundial hasta poco antes de la caída del Muro de Berlín.
Los Heron Heimann que quedaron en ese país -mujeres, hombres, ancianos y niños- murieron en la resistencia contra la invasión nazi y quienes sobrevivieron fueron enviados entre 1941 y 1945 a los campos de exterminio en Chelmno, Belzec, Sobibor, Treblinka, Auschwitz-Birkenau y Majdanek, en territorio polaco.
No se salvó ninguno. No existe hoy en día ni uno solo con esos apellidos en Polonia ni en otro país de Europa o el Medio Oriente. Solo existimos los conversos que nacimos en América.
De esta historia, hay un relato entrañable que me persigue hasta ahora.
¿Se los platico? ¡Arre!
Algunos soldados alemanes que resguardaban los muros y alambradas de Treblinka se compadecieron de muchos prisioneros y fueron portadores de cartas que enviaban a sus familias.
Una de esas cartas llegó a manos de mi abuelo.
Fue escrita por una sobrina suya que narraba cómo su hijo de 6 años se abrazaba a ella hasta quedarse dormido, en los tristes barracones a donde habían sido confinados, esperando la muerte.
El niño se llamaba igual que mi abuelo y cuando su mamá dejaba de abrazarlo, él le pedía: "Otro poquito..." Y así lo hacía, hasta que se quedaba profundamente dormido...
- Hace varios años encontré en una tienda de antigüedades la foto de la boda de mi tía Esthela con Ramiro, hermano de mi papá.
- Muy querida ella para mí, me platicaba ya de adulto, que siendo niño le pedía que me abrazara y cuando dejaba de hacerlo, le decía: "Otro poquito..."
- Y así lo hacía, hasta que me quedaba profundamente dormido...
- Mañana, cambio completo de programa, sin faltar el Incomparable Iván y toda su Compañía, más la Irreverente de mi Gaby, desde su búnker sanantoniano.
- Por lo pronto hoy, que tengan ustedes un plácido domingo.
El autor en otros medios nacionales y extranjeros:
https://www.sdpnoticias.com/autor/placido-garza/
https://muckrack.com/placido-garza
https://qoshe.com/yazar/pl-cido-garza/2695060
https://vanguardia.com.mx/autor/-/meta/placido-garza-irreverente
https://www.arteculturaysociedad.com/2025/04/manos-milagrosas-tejen-la-historia-de.html?m=1