México y el periodismo de riesgo
En el caso de México, los periodistas hacen su trabajo en uno de los países más peligrosos para la libertad de prensa fuera de las zonas de guerra.
En nuestro país, en algunas regiones los periodistas enfrentan amenazas y asesinatos en un grado mayor al de una zona de guerra.
Los indicadores del freepress o libertad de prensa son establecidos por asociaciones internacionales de periodistas y medios de comunicación, por ejemplo, Reporteros sin Fronteras RSF) o la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).
Los reportes periódicos de las asociaciones internacionales de periodistas son rigurosos, bien documentados e incómodos, por supuesto, para los gobiernos de los países mal o peor rankeados.
En julio pasado, Reporteros sin Fronteras presentó su informe anual sobre la situación del periodismo en el mundo.
La región de Las Américas no salió bien librada, vaya, hasta en Estados Unidos se observó “un preocupante deterioro de la libertad de prensa”.
En el caso de México, en el informe se apunta lo siguiente:
- Es el país más peligroso de América Latina para ejercer el periodismo.
- Descendió tres posiciones respecto al año anterior en el ranking de RSF y está en el lugar 124, debido especialmente a la creciente fragilidad de su ecosistema mediático.
- A manera de comparación, Brasil tiene el lugar 63 y Colombia el 115. La tendencia de México lo va acercando lentamente a El Salvador (135), Perú (130), Cuba (165) y Nicaragua (172), nación que tiene la peor puntuación de América Latina.
- Hasta el mes de julio, al menos nueve periodistas han sido asesinados al cubrir los temas de corrupción, crimen organizado y conflictos sociales.
- La mayoría de las víctimas trabajaban en medios locales o comunitarios, y no contaban con protección efectiva a pesar de estar inscritos en mecanismos oficiales.
- Existe en México un patrón de violencia sistemática contra la prensa.
- Artur Romeu, director de RSF en América Latina, llamó a los gobiernos a reforzar las garantías de seguridad, mejorar los mecanismos de protección y garantizar investigaciones independientes que acaben con la impunidad de los criminales.
Es lamentable que, lejos de revertir la actitud nociva de Andrés Manuel López Obrador ante los medios de comunicación, la presidente Claudia Sheinbaum siga la misma senda de su antecesor y, desde la alta tribuna presidencial, denigre y vitupere diariamente el trabajo periodístico serio, crítico e independiente de los periodistas mexicanos.
Durante su gestión, hasta el año 2030, Sheinbaum llevará a su gobierno a seguir descendiendo en la escala de RSF hacia los lugares de ignominia, como el que ocupa Nicaragua.
El acoso brutal a periodistas y medios de comunicación en el estado de Campeche, en la forma de restricciones judiciales y el nombramiento de censores, es, en este momento, la parte más visible de la intolerancia de las autoridades de Morena, a nivel nacional y local, a la libertad de prensa.
¿Qué pueden hacer los periodistas mexicanos bajo las circunstancias terribles que los amenazan y oprimen en México?
La mejor defensa posible es seguir trabajando, revelando y denunciando la corrupción extrema que aqueja a México.
No están solos.
La sociedad civil y la vigilancia externa de asociaciones como Reporteros Sin Fronteras, la Sociedad Interamericana de Prensa, entre otras.
Son un recurso de alivio a la presión extrema de las autoridades y un canal de comunicación sin censura para dar a conocer al mundo el ataque a la libertad de prensa desde las altas esferas del poder presidencial.
“Las políticas cambian, pero los hechos permanecen”, es el lema de trabajo de The Associated Press.
Nada más cierto para México.