Un concierto por los suelos, con precios por las nubes
¿Les platico? ¡Arre!
Fuimos de incógnitos, casi disfrazados para no tener que saludar a muchos que solo a eso fueron, a saludar y ser saludados. A ver y ser vistos.
Fuimos de rigurosos "pagaboletos", como nos obligaba el Lic. Abelardo A. Leal Jr. a ir a los eventos, para no tener que andar escribiendo crónicas agradecidas por unas cortesías.
Es más, ni siquiera fuimos requeridos por los encargados de comunicación de la "Súper". Plácido y Grupo DETONA® sufren, sufren y no dejan de sufrir... ;-)
Fuimos al concierto "Échate una sinfonía" con ganas, con ilusión de ver y escuchar algo que nos emocionara; de disfrutar música nueva hecha por compositores regiomontanos.
Queríamos ver una apuesta fresca y contemporánea y en cambio, vimos algo que parecía salir de una rocola de radio comercial, incluyendo al "director de orquesta" meneando grotescamente la cadera al centro del escenario.
Nos dio gusto ver que era un programa con estrenos de lo que pensábamos que sería la cúspide de las mentes más importantes de la composición musical, con personas que creíamos que eran serias.
Pero lo que recibimos fue muy distinto a lo que esperábamos.
Salimos desilusionados. No enojados. No molestos. Decepcionados. Porque no hubo ni un solo momento en que nos sintiéramos conmovidos o conectados con lo que estaba pasando en el escenario.
Incluso mucha gente se salió antes de que terminara la función.
Una orquesta que no es "la" orquesta.
“La Súper” Orquesta Filarmónica de la Escuela Superior de Música y Danza de Monterrey presentó una alineación formada por muchos músicos que no eran alumnos ni ex alumnos, ni maestros de dicha escuela, y de otros muy jóvenes invitados que no son de aquí ni son de allá; puro “freelancer”, vulgo "puro hueso".
Por cierto, la "Súper" se llamaba antes ESMDM y nació llevando el nombre de Carmen Romano de López Portillo, que convirtió a ese plantel de la Colonia Obispado, en un verdadero referente internacional, muy lejos de la madriguera de egos que es ahora.
El 70% de los músicos de la orquesta en la función de anoche eran los extranjeros de la Filarmónica del Desierto de Coahuila.
Había un galimatías de venezolanos, cubanos, españoles y de varios lados más, pero de la ESMDM no eran.
El 30% de los músicos eran chavos que no son profesionales.
Son aficionados o amateurs, como se llamaron a sí mismos, cuando platicamos con algunos de ellos al término de la función.
En el escenario se les notó falta de experiencia, y fue evidente que algunos no están listos para tocar ese tipo de repertorios, ni para ocupar los puestos que tenían.
Muchos de ellos hubieran preferido tocar desde el foso del teatro.
Los pusieron ahí porque fueron los que le entraron al "hueso".
Desde el primer compás se sintió que la orquesta no estaba segura.
Las entradas no fueron claras, el sonido fue frágil, la orquesta fue amplificada de una manera muy deficiente y las secciones no estuvieron bien conectadas entre sí.
En lugar de un grupo tocando juntos, pareció que cada quien hacía lo suyo tratando de descifrar lo que estaba en la partitura.
El semblante de lo los músicos lo decía todo: Entre bostezos, estornudos y una visible desorientación, fue claro que a nadie le parecía bien lo que hacía, pero como era “chamba” pues había que sacarla, aunque fuera a empujones y estirones.
Anoche, en la gran sala del Teatro de la Ciudad, vi a una orquesta de “hueso”, reetiquetada al más burdo estilo de la Comer, digo, del Súper… perdón, de La Súper.
Un programa sin orden ni sentido.
El concierto incluía obras nuevas, todas compuestas por músicos locales: Miguel Almaguer, Sergio Martínez y Alonso Julián. Eso es algo valioso. Pero el programa no tenía orden ni lógica.
Las piezas eran muy distintas entre sí, y no hubo ninguna explicación sobre lo que íbamos a escuchar.
Nadie dijo nada al público. No hubo ni una palabra que nos ayudara a entender el propósito del concierto.
Pero sí hubo un discurso totalmente fuera de lugar, idolatrando a Bárbara Herrera, siendo que el concierto y la producción artística, se hicieron gracias al estímulo fiscal del artículo 159 Bis de la Ley de Hacienda del Estado de Nuevo León, con apoyo del Gobierno de NL y de CONARTE.
¿Bárbara, les prestó a los músicos? ¿Como para qué?
Lo que sí hubo fue un programa de mano de 30 páginas. Eso sí, impreso a color con papel del bonito y toda la cosa, plagado de las marcas patrocinadoras.
Como espectador, no supe si fue un concierto de canto, de música descriptiva, una suite orquestal.
¿Qué querían que sintiéramos?
Respuesta: Fue un capricho para buscar gestionar recursos.
¿Y todo esto con tanto apoyo?
Este concierto fue presentado como gran esfuerzo.
En el programa de mano se mencionan el apoyo del Gobierno de Nuevo León, CONARTE, el Estímulo Fiscal a la Creación y Producción de Nuevo León (EFCA), y un patronato encabezado por personas de alto perfil cultural y económico.
La sede fue uno de los recintos de espectáculos más importantes del Estado.
Con todo ese respaldo detrás, era de esperarse una propuesta artística sólida, cuidada y profesional.
Pero lo que vimos en el escenario no reflejó ese nivel de compromiso.
Una producción con ese nivel de recursos tiene la responsabilidad de ofrecer algo más que buenas intenciones.
No basta con subir al escenario a un bonche de gente, si no se construye algo coherente, con dirección artística, con rigor, con sensibilidad y con claridad.
Esto no quiere decir que los jóvenes no deban tener oportunidades.
Al contrario, es urgente y necesario abrirles espacio.
Pero hacerlo sin acompañamiento, sin estructura, sin exigencia real, no es formativo ni profesional.
Y mucho menos si se presenta artificiosamente como un producto artístico terminado ante el público.
Lo que vimos NO fue un concierto educativo bien planteado.
Tampoco fue una presentación profesional de altos estándares.
Entonces ¿qué demonios fue eso?
Fue algo a medio camino, o como decía mi abuela la alcaldesa: "A medio pelo", y esa ambigüedad es peligrosa.
Porque genera confusión en los músicos, decepciona al público, y desperdicia el esfuerzo de todos los involucrados.
Con tanto apoyo institucional y fiscal, lo mínimo que se esperaba era una propuesta artística honesta, bien dirigida y mejor cuidada.
- El problema aquí no es la juventud ni el estreno de obras nuevas.
- El problema es que no hubo nadie realmente cuidando que el proyecto tuviera sentido, calidad y dirección pero sí varios saludando con sombrero ajeno.
Precios altos, aforo bajo y proyecto financiado.
El precio más alto del concierto fue de $900 más cargos ($968 en total), y las demás zonas iban desde $753 hasta $645. Incluso con descuentos para estudiantes o adultos mayores, el boleto más barato seguía siendo de más de $500.
Con precios así, es razonable esperar un concierto de primer nivel, una orquesta profesional, un programa bien armado, una producción cuidada.
Pero lo que se ofreció fue un proyecto sin dirección, con una orquesta amateur sin el respaldo artístico necesario, y sin ningún tipo de mediación o propuesta sólida para el público.
La consecuencia fue evidente: el teatro quedó lejos de llenarse.
El material gráfico que ilustra este artículo lo deja claro.
Hubo butacas vacías en todas las zonas, incluso en las más caras. La gente se salía en plena ejecución de la orquesta.
Y no es por falta de interés del público regio. Es porque, al parecer, el mensaje no conectó, el precio no convenció y el producto no estuvo a la altura del costo.
Eso es grave.
Porque cuando se pide tanto al espectador -en tiempo, dinero y expectativa emocional- lo mínimo es entregar una experiencia que tenga sentido, estructura y valor artístico real.
Lo peor es el impacto a largo plazo sobre el ecosistema musical.
Con conciertos así ¿para qué salir de casa?
3a llamada, 3a, 3a llamada a la conciencia:
Todo esto debería llevarnos a reflexionar en serio. Porque no se trata solo de un concierto fallido.
Se trata de una forma de operar que se repite una y otra vez en nuestro medio cultural, donde el protagonismo, el ego y la pelea por un lugar en el escenario se vuelven más importantes que hacer las cosas bien.
Estamos rodeados de instituciones, grupos, mecenas, gestores, artistas, directores, funcionarios y músicos que se matan por “tener un hueso”… pero muy pocos se detienen a pensar en la formación, en el legado que estamos dejando. Nadie parece preguntarse:
- ¿Qué construimos juntos?
- ¿Qué tipo de público estamos formando?
- ¿Qué gremio queremos ser?
Es preocupante ver cómo los apoyos van a lo visible, a lo que se puede vender, a lo que se puede aplaudir fácilmente, como villamelones, mientras organizaciones que han trabajado por décadas con calidad, profundidad y verdadero impacto educativo y social, son sistemáticamente ignoradas o descartadas.
Hay proyectos que forman generaciones, que enseñan con ética, que mantienen vivo el amor por la música sin pretensión ni poses; que ponen primero a los jóvenes, al arte, al mensaje.
Pero esos proyectos -como tantos otros en México y en NL- no salen en las fotos, no reciben los cheques grandes.
Y eso duele.
Lo que se vio en este concierto fue el reflejo de un sistema que está fallando desde adentro.
Donde la producción pesa más que el proceso; el espectáculo se impone sobre el arte, y el “evento” se come al contenido.
Necesitamos hacernos responsables.
Necesitamos dejar de mirar hacia otro lado.
Necesitamos, todos -músicos, directores, instituciones, filántropos, públicos, periodistas y gestores -apostar por lo que tiene sentido y no solo irnos de bruces por lo que encandila como oro y al primer raspón enseña el cobre.
Solo así podremos construir un gremio artístico sano, un ecosistema cultural que valga la pena y un futuro que realmente le sirva a la música y a las personas.
- En la cena de postín del Casino Monterrey, después del concierto, a unos cuantos pasos del Teatro de la Ciudad, los santones de la I.P., los burócratas, los protagonistas de este concierto fallido y quienes tomaron el micrófono para ensalzar cual cortesanos ujieres a la realeza regia, el ego flotaba de mesa en mesa.
- "Qué chingones somos en La Súper", se decían los unes a los otres.
- "Qué hueva", diría de nuevo mi abuela la alcaldesa.
- Mañana, cambio completo de programa, sin faltar el Incomparable Iván y toda su Compañía, más la Irreverente de mi Gaby, todavía reponiéndose del desaguisado que vivimos anoche por Echarnos una fallida Sinfonía.
El autor en otros medios nacionales y extranjeros:
https://www.sdpnoticias.com/autor/placido-garza/
https://muckrack.com/placido-garza
https://qoshe.com/yazar/pl-cido-garza/2695060
https://vanguardia.com.mx/autor/-/meta/placido-garza-irreverente
https://www.arteculturaysociedad.com/2025/04/manos-milagrosas-tejen-la-historia-de.html?m=1