Entre la estrategia y el miedo

Riva Palacio DETONA: ¿Acaso tiene miedo de que la pérdida de los recursos impacte en los programas sociales (y) afecte su popularidad?

Dice la presidenta Claudia Sheinbaum que pese a que no ha informado Estados Unidos del acuerdo que alcanzó con Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín El Chapo Guzmán, prevalece el respeto para su gobierno.

Se queja al mismo tiempo de que tengan acuerdos con miembros de una organización que clasificaron como “terrorista”, cuando afirman que no negocian con terroristas.

Pero, igualmente, advierte que no debe utilizarse la clasificación de terrorista a un grupo del crimen organizado para intervenir en México.

Y para rematar, censuró una iniciativa republicana en el Capitolio para gravar las remesas que extranjeros envían fuera de Estados Unidos.

La presidenta parece estar desorientada.

Es un asunto de soberanía estadounidense llegar a un acuerdo con quien considere conveniente para sus intereses, aunque no guste en México y cuestionemos su sistema de justicia.

A Sheinbaum no le parece el arreglo con Guzmán López, cuya calidad de información debe ser tan valiosa para el gobierno de Donald Trump que alcanzó para garantizarle un santuario a ¡17 miembros de su familia!, incluida su madre y hermana, pero cuando esos mismos manejos se hicieron para condenar sin pruebas al exsecretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, se montó en sus consecuencias para reforzar su narrativa.

¿Acaso tiene miedo la presidenta de lo que podría revelar Guzmán López a los fiscales estadounidenses?

Cuando vuelve a referirse a la clasificación de cárteles como terroristas, dejó de admitir –como lo hizo cuando se anunció la medida a principios de febrero– que se trataba de “una decisión autónoma” de Estados Unidos, aunque subrayó, como reiteró ayer, que no debería ser una oportunidad “para invadir nuestra soberanía”.

El cambio de matiz se da en el contexto de establecer un Paralelo 28 a lo largo de más de mil kilómetros de frontera en California, Arizona y Nuevo México, el envío de buques de guerra frente a las costas mexicanas y los sobrevuelos espía sobre territorio mexicano, invadiendo el espacio aéreo, que lleva a la pregunta de si la presidenta tiene miedo de que, en algún momento, Trump cumpla su amenaza de enviar una fuerza de expedición terrestre.

¿Acaso tiene miedo de que una acción extrema se encuentre ya en el terreno de los escenarios posibles?

Cuando cuestiona la iniciativa sobre las remesas y reta, “a ver, cómo van a gravar si ya pagan impuestos los mexicanos allá”, esconde que en México pagan impuestos las remesas enviadas por quienes no sean familiares de primer grado y que se tienen que pagar impuestos sobre la renta, al declararlas, por ley, en Hacienda.

La presidenta puede tener una preocupación legítima porque 5% de impuestos propuesto a las remesas significaría una caída de poco más de tres mil millones de dólares al año en ingresos, importante merma para la principal fuente de divisas y sustento del tejido social.

Pero lo que diga ante esa decisión soberana en Washington es irrelevante porque no les harán caso.

La iniciativa pretende utilizar esos impuestos para fortalecer la seguridad en la frontera con México y está previsto que la voten el 26 de mayo.

Si se descarrila o no se aprueba, será por razones domésticas, no por los lamentos mexicanos.

¿Acaso tiene miedo de que la pérdida de esos recursos impacte en los programas sociales, afecte su popularidad y ponga en riesgo la hegemonía de Morena?

Su amalgama de reacciones a las decisiones y acciones en Estados Unidos le dio sentido cuando en la prensa se comenzó a manejar desde este martes como una debilidad.

El columnista Salvador Camarena escribió en El Financiero:

“Quién sabe quién convenció a la presidenta de que la mejor arma política para lidiar con un acontecer complejo es decir que no sabe de esto o de lo otro. Parecer desinformada tan a menudo, prácticamente diario, y no corregirlo, es un gran defecto”.

El político de oposición Germán Martínez apuntó en El Universal:

“Palacio Nacional, que pide una y otra vez información a la Casa Blanca, a la DEA, al FBI, en cada caso presuntamente criminal, sólo evidencia dos cosas: o bien es inepto para atrapar a los delincuentes, o bien simula una persecusión… (Pero) ya no puede hacerse pato en el combate al crimen”.

El excanciller Jorge Castañeda observó en el mismo diario:

“Dolia Estévez tiene toda la razón cuando escribe que normalmente temas como los de la familia de Ovidio, el acuerdo de Ovidio y la revocación de la visa de la gobernadora de Baja California se avisan. No descarto que en los cuatro casos mencionados Sheinbaum haya sido informada con anticipación. Pero ha dicho que no. Más aún, en lo tocante a la gobernadora, pidió explicaciones, pero a toro pasado. Entonces una de dos: o no le avisan sus amigos en Washington (y no son tan amigos), o no nos dice la verdad (no sé qué gane mintiendo)”.

Definitivamente, no son buenos amigos los gobiernos de Sheinbaum y de Trump, aunque insista la presidenta en que pese a las desavenencias, hay respeto.

Los hechos muestran todo lo contrario, y la hostilidad y nivel de agresión contra México no se recuerda en tiempos de paz.

La presidenta aparece todas las mañanas en Palacio Nacional y se le ven los estragos de las preocupaciones, con una retórica desarticulada que, en efecto, la hace ver desinformada.

¿O no vemos entre las sombras?

Castañeda dice que no sabe qué ganaría mintiendo, pero hay otra ventana.

Si es una estrategia de pagar el costo de decir que no sabe nada para protegerse del presidente emérito Andrés Manuel López Obrador porque, si supiera, tendría que defenderlo cuando el calor empiece a quemarlo, que hoy es una posibilidad, ¿está construyendo una salida plausible?

Después de todo, ella conoce la información de inteligencia sobre las vinculaciones de importantes personajes del régimen con el crimen organizado, algunos muy cercanos a López Obrador, y Kristi Noem, secretaria de Seguridad Interior de Estados Unidos, le dijo hace 48 días lo que estaba por venir.

Quizás no conocía la partitura, pero escuchó la música de Washington.

Esa sería una forma de mentir para ganar, como presidenta, en el mediano y largo plazo.
Raymundo Riva Palacio

Periodista y analista político de larga trayectoria en México. Escribió en diarios como Excélsior, Reforma, El Independiente, 24 Horas y El Financiero. Fue director editorial de El Universal entre 2007 y 2008. Cofundó y dirigió el diario Milenio y fue director general de la agencia de noticias Notimex.