La Claudia
Por años se hizo ojo de hormiga. El mayor de sus afectos descubierto como vil sabandija. Recibiendo dinero para las campañas políticas. Una forma extraña de financiamiento. En la caída libre se diluyó el matrimonio en el 2016.
Poco importaron las criaturas. Ya era impresentable. A la par de quien continúa operando desde las sombras, el Profesor Rene Bejarano Martínez.
De científica hebrea a gobernadora y postulante a la presidencia, Claudia Sheinbaum, representa mucho de la obediencia férrea a Andrés Manuel.
Se reúne todas las mañanas con el gabinete de seguridad. Escucha los exhortos. No cuestiona. Sonríe pálida. Asume el poder de convocatoria de las mujeres empoderadas.
Solo le hace falta decir: ya es hora... Nos toca a las mujeres ejercer el poder.
Claudia nos presume en sus redes al novio de la universidad. Con quien como pareja sueña con la silla de Palacio Nacional. Quien será el primer hombre del país. Después de la caída del ex jefe delegacional, su ex marido hebreo Carlos Imaz Gispert.
Comer sapos y no hacer caras esa es la condición de ella. Como científica es buena administradora. Como administradora no es una maravilla de científica.
Claudia Sheinbaum de resultar la apuesta favorable, según las encuestas a mano alzada de su patrón, con seguridad no ganaría ni siquiera en la capital del país.
La población mexicana, ve aún con buenos ojos a los varones. En eso le llevan ventaja Adán López y Marcelo Ebrard.
Si los hermanos Monreal se alían a Claudia, existe solo una pequeña vela encendida. La de los tribunales electorales.