Los Roses (The Roses/ EUA, Inglaterra/ 2025)
Los Roses, extraña adaptación del libro La Guerra de Los Roses (Warren Adler, 1981) y a su vez la película de 1989 ofrece una versión no tanto actualizada al siglo 21, como una versión muy ligera del literal pleito casado y sanguinario entre marido y mujer que hoy se quieren, mañana se odian.
Ivy Rose (Olivia Coleman) y Theo Rose (Benedict Cumberbatch) se conocen, se enamoran, se casan y se “fugan” a los Estados Unidos a lograr una nueva vida aspirando ella a ser una gran chef y él en un gran arquitecto.
Por designios meteorológicos la carrera de Theo acaba en la ruina y en ese mismo instante, la de Ivy sube como la espuma.
La admiración se convierte en celos, los celos en resentimiento y el resentimiento en odio abierto entre ambos dos.
Me gustaría afirmar que todo culmina en una guerra, pero sólo lo dejamos en un pleito casado entre casados.
El filme dirigido por Jay Roach (director de las películas de Austin Powers y de Los Fockers) no tiene muchas ganas desde el inicio de mostrar una rivalidad entre marido y mujer sino una diferencia de acuerdos donde ella se coloca en una posición de poder para ser envidiada por el marido.
La cinta de 1989 con Michael Douglas y Kathleen Turner, parte que en la década de los 80 fue el momento de empoderamiento de la mujer que inició en los 70 y cómo podía estar totalmente a la par del hombre, cosa que en si es el detonante en la película de 1989, el hombre retado por una mujer poderosa e independiente y a la par de sus logros… totalmente inaudito.
Ahora de hecho no hay una actualización social de ese tema u otro del siglo 20 transportada al siglo 21.
Lo único es que en la película de 1989, los hijos estaban en medio de todo el pleito del divorcio y en esta versión literal se da un “bueno, bye”, lo único moderno en la trama.
Se siente mas un “ella tiene razón” porque Theo es un monstruo vanidoso que nunca logró consumar sus deseos por eso, por vanidoso y se evade el pleito del libro que el divorcio es por “posesiones y elementos sentimentales” que no es llevado a la máxima expresión en esta película.
Aquí es una guerra abierta entre él y ella y nunca hay un entendimiento del pleito que tienen por la casa.
Me gustaría decir que tener en pantalla a dos grandes como Olivia Coleman y Benedict Cumberbatch con premios y nominaciones en su haber iba a permitir un tremendo duelo en pantalla, pero creo que el género de la comedia de humor negro no es para ellos y aparte de que ellos no generan tanta risa, llegan a chocar y caer mal.
Toda la primera mitad de la película es lenta, lenta a morir donde el apoyo cómico es mediante los actores de apoyo como Barry (Andy Samberg) y la desbalanceada Amy (Kate Mckinnon) y el mesero Jeffrey (Ncuti Gattwa, que dejó la serie de Dr Who, por este papel), personajes que desaparecen y aparecen cuando hay necesidad de ofrecer uno que otro momento para reir.
Entre personajes que aparecen para causar “¡WOW, mucho impacto!” es Allison Janney que literal entra por una puerta, lanza maldición y media y se sale al olvido total del filme.
Y adiós lo mejor de Los Roses.
Sí, en aires de hacer el filme “para adultos”, el vocabulario y frases descriptivas están a veces bastante fuera de lugar.
Y la forma que sueltan “la voz de la razón” en la presencia del amigo Barry, no se puede tomar tan en serio porque su personaje es minimizado en todo el filme hasta ese momento que se supone por fin, aparece como el mejor amigo de Theo.
Cuando por fin arranca la guerra de verdad, la guerra de las diferencias irreconciliables, lo que simboliza para ellos el matrimonio, posesiones, se convierte en un desarrollo demasiado vertiginoso cuando comienzan a pelear abiertamente, a saboteando el uno al otro y tentativamente a pensar “te voy a matar”… todo eso no culmina, le faltó.
Precisamente nunca se ve ese sentimiento de odio de llevar las cosas al extremo en ambos Theo e Ivy.
Cuando comienzan a atacarse psicológicamente, se gira a chascarrillos para no llegar al daño emocional. Cuando hay la intención de matarse… no convencen que se van a matar, se opta mejor por risas.
Pero insisto que no se ve ese tema del materialismo, vano orgullo y la incapacidad de perdonar, elementos de un divorcio elevado a la “N potencia” y como se hace a un lado el sano juicio, la razón y el amor que inundaron un matrimonio por tantos años.