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Reaparece Lance Armstrong: un ídolo que mordió el polvo

Ayer reapareció uno de los grandes ídolos de nuestra generación caído en desgracia. 

El gran ciclista Lance Armstrong, quien confesó hace muchos años que se dopaba para ganar, ya no es el mismo. Está avejentado y triste. 

Pero dice que no se arrepiente de sus errores. Es más: confiesa que volvería a cometerlos. Tal cual. 

Su vida cambió desde aquella entrevista con Oprah Winfrey el 17 de enero de 2013. 

No es ya el campeón ciclista en el prematuro ocaso de su trayectoria. Es la encarnación del injusto olvido.  

CULPABLE

Hace muchos años, el entonces tribunal de las redes sociales dio su fallo inapelable, con los pulgares apuntando al suelo. Culpable: no por la Agencia Antidopaje de Estados Unidos (USADE), sino por la audiencia, lo que era peor.

Sin embargo, aún recuerdo que Armstrong no aceptó su culpa ante Oprah. 

¿Y por qué tendría que confesar sus pecados ante ella? ¿Qué autoridad moral tenía Oprah? 

Los entrevistadores parecemos obligar a nuestra víctima mediática a contarlo todo: una sesión psicoanalítica en un circo romano. 

No una terapia sino un linchamiento autoinducido.

De nada le sirvió al siete veces campeón del Tour de Francia crear y patrocinar su Lance Armstrong Foundation para recolectar fondos en favor de la investigación del cáncer y de la ayuda médica a los pacientes que sufren esta enfermedad. 

Recuerdo que en aquellos años de la entrevista Oprah-Armstrong una amiga mía padeció un carcinoma ductal, y entre varios le conseguimos la pulsera Livestrong del ciclista (también enfermo de esa dolencia en cierta etapa de su vida) 

Fuimos evangelizadores del Wear Yellow Live Strong.

 

Aportamos nuestra cuota a su fundación que lucha hasta la fecha por hallar la cura de ese mal que no distingue edad, ni sexo, ni condición social. 

No lo hicimos de buena voluntad; lo hicimos por nuestra amiga que falleció hace varios años, cuyo interés era el de millones de personas que sufren esa dolencia nefasta.

No sé si esa fundación nació de la inspiración de Armstrong por buena voluntad suya. No sé si su iniciativa era éticamente genuina. 

Pero su inspiración generosa, traducida en hechos concretos, caló más hondo en muchos de nosotros que la lectura de cualquier libro de moral. 

Y lo dice alguien que de entrada prefiere leer a andar en bicicleta. Sin dopaje, claro está.

Grande entre los grandes Lance Armstrong.