Opinión

Un PAN que sabía

Por: Salvador Abascal Carranza, miembro del Consejo Plumas Azules.

Hubo un tiempo en el que el PAN sabía, de sabiduría, pero también de saber bien, de oler bien, de saber para qué estaba hecho: para servir a los ciudadanos, para formar cuadros que después sirvieran para la construcción de una democracia que no existía antes de 1939.

Hubo un tiempo en el que ser panista significaba dar un testimonio de democracia, de trabajo y de cercanía con la gente. 

Era un tiempo en el que el PRI nos acusaba de ser “los místicos del voto”, los adalides de una idea de democracia que chocaba con la cruda realidad de la política oficial.

Hubo un tiempo en que, ser panista, nos inspiraba un fervor patriótico. 

Soñábamos con un México en el que “la persona humana realice sus destinos; la autoridad como sagrada obligación de servicio, y el derecho como realización del bien común en el que se conjugan las libertades y la autoridad, la seguridad y la justicia”. (Ideas Fuerza de Manuel Gómez Morin, p. 27).

Hubo un tiempo en el que el PAN se construía y se ejercitaba en el debate de las ideas en el Consejo Nacional, en las cada vez más numerosas asambleas, para discutir lo que era mejor para México y convenciones en que los candidatos a diferentes puestos de elección popular se enfrentaban en elecciones internas, antes de que las dirigencias nacionales optaran por la antidemocrática  designación de candidatos, y las confusas alianzas con otros partidos que nunca nos dieron buenos resultados.

Hubo un tiempo en el que no existía el financiamiento público a los partidos (es un decir, porque el único partido de oposición real era el PAN; el PRI y sus satélites no lo necesitaban porque se servían, para su sostenimiento y sus campañas, de las arcas de la Nación). 

Para hacerse de recursos, el PAN organizaba rifas de autos en casi todo el país. 

Se vendían muchos boletos, pero la mayor parte de los que se sacaban la rifa no la reclamaban. 

Al principio, los organizadores de las rifas no entendían por qué muchas personas no acudían por sus premios, hasta que cayeron en la cuenta de que, no los reclamaban, porque compraban los boletos como una aportación al Partido, no por una rifa.

Hubo un tiempo en el que el PAN se caracterizaba por ser el Partido de la gente decente.

Era un apelativo con el que cada vez más gente nos distinguía. 

Era un timbre de honor ser distinto y distinguible, antes de que, por la corrupción, nos convirtiéramos en uno más del montón, del “todos son iguales”. 

Acción Nacional -decía don Manuel Gómez Morin- nunca se casará con un régimen, ni aún con el que pudieran formar hombres suyos llegados al poder. 

Cree que el poder no es un título, sino que hay que estar mereciéndolo o ganándolo de momento a momento”. 

MGM en El Universal, 23 de junio de 1939 (Ideas Fuerza de MGM, p.28).

Pero hoy, lamentablemente, hay dirigentes que están más inclinados a que los acepte el oficialismo (aunque no les haga caso), que en reconstruir un PAN que sepa para que fue hecho y que huela a pan de pueblo.