Adán Augusto, el Comandante H y la Barredora

José Luis Elizondo Treviño DETONA® La presidenta Sheinbaum sigue en su camino de retomar el control del poder, el cual, algunos aseguran que aún reside en un rancho de Palenque, Chiapas.
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La reciente investigación contra el exsecretario de Seguridad de Tabasco, Hernán Bermúdez, alias el Comandante H, señalado como líder del grupo criminal “La Barredora”, sacudió los cimientos de la ética oficialista. 

Bermúdez fue nombrado en el cargo por el entonces gobernador Adán Augusto López, hoy coordinador de Morena en el Senado. 

A esto se sumó la filtración de un video de Ricardo Monreal en un exclusivo hotel madrileño, que abrió un nuevo flanco de vulnerabilidad para el líder de los diputados guindas.

Ambos casos le dan a la presidenta Sheinbaum la pauta para mover sus piezas.

La posibilidad de sustituir a Adán Augusto y a Monreal en las coordinaciones legislativas sería una jugada estratégica, ya que no solo marcaría un deslinde con los vicios del sexenio pasado, sino que le permitiría tomar el control real de su partido en ambas cámaras legislativas, y con ello, empezar a gobernar con sus propios proyectos, sin tutelas incómodas ni herencias tóxicas.

Porque si algo ha quedado claro es que la operación de seguridad en Tabasco no fue un “error de confianza”

Los indicios señalan que, durante el gobierno de Adán Augusto, Bermúdez no solo fue su brazo operativo en seguridad, sino también el facilitador de una estructura paralela de poder: La Barredora, vinculada en un inicio al Cártel Jalisco Nueva Generación, con actividades ilícitas como el huachicol, cobro de piso, desapariciones, extorsiones, trasiego de droga y tráfico de personas. 

Todo bajo el amparo institucional. 

La Barredora surgió, dicen los que saben, cuando el comandante H. decidió desligarse del Cartel Jalisco Nuevo Generación y crear su propia organización criminal, para ello decidieron barrer de Tabasco todo indicio del Cartel jalisciense, que dicho sea de paso, tiene presencia en todos los estados de la República.

Hoy, con una orden internacional de captura sobre Bermúdez y la presión mediática encima, comienza a pesarle a Morena el proyecto de la Cuarta Transformación.

Y aunque López Hernández ha declarado que no se le investiga, que todo es “politiquería”, la verdad es que el silencio de Palacio Nacional ya no es suficiente. 

La presidenta necesita hacer una demostración de fuerza. 

Por eso no fue casual que, al ser cuestionada, Sheinbaum dijera que “sería bueno que diera su versión”, en una frase que suena más a ultimátum que a cortesía política.

Desde hace días, en los pasillos del Senado se habla de su relevo. 

La bancada de Morena, cerrada por ahora con él, no puede darse el lujo de sostener una coordinación bajo sospecha, justo cuando arranca la nueva administración.

La gobernabilidad no puede depender del blindaje político a personajes que arrastran expedientes criminales en sus equipos.

De concretarse su salida, Sheinbaum habría tomado su primer gran decisión estratégica. 

En vez de tolerar un liderazgo ligado a estructuras delictivas, estaría construyendo un nuevo bloque legislativo con base en perfiles propios, confiables y, sobre todo, desligados del sexenio pasado.

La depuración apenas comienza. 

Porque Morena —si aspira a durar más allá del sexenio— necesita sacudirse la sombra de quienes llegaron por el dedo del fundador, pero olvidaron los principios que decían defender: “No mentir, no robar y no traicionar al pueblo”.

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José Luis Elizondo Treviño

Profesor y abogado con más de 30 años en el servicio público estatal y municipal. Articulista en diversos medios digitales.