Brindemos por el vino mexicano: más que una copa, una historia
México fue el primer país del continente americano en producir vino, desde que Hernán Cortés ordenó plantar vides en el siglo XVI, y aunque por siglos el vino nacional vivió a la sombra de otras regiones, hoy vive una auténtica revolución.
Desde Baja California hasta Querétaro, Coahuila, Aguascalientes o Guanajuato, las vinícolas mexicanas están demostrando que el terroir nacional tiene voz propia y una calidad que compite —sin miedo— con etiquetas de cualquier parte del mundo.
El Día del Vino Mexicano no es sólo una celebración de la bebida; es un homenaje a las manos que la hacen posible: enólogos, viticultores, productores, sommeliers y toda una comunidad que ha creído en lo nuestro, incluso cuando pocos apostaban por ello.
Y los resultados hablan solos:
- En 2024, México sumó más de 150 medallas internacionales en concursos de vino.
- Las etiquetas mexicanas hoy están presentes en restaurantes de Estados Unidos, Europa y Asia.
- Se cultivan más de 50 variedades de uva en suelo mexicano, desde las clásicas
Cabernet Sauvignon y Chardonnay, hasta Syrah, Nebbiolo y Tempranillo, que aquí adquieren una personalidad distinta.
Pero más allá de los números, el vino mexicano representa una nueva forma de disfrutar lo nuestro, no hace falta esperar una cena elegante para descorchar una botella nacional.
Hoy, cada vez más jóvenes lo piden en bares, lo llevan a asados o lo abren en casa, sin protocolo y con curiosidad.
Brindar con vino mexicano es celebrar lo que somos: diversidad, creatividad y sabor a tierra propia.
Así que si esta semana vas a descorchar algo, que sea de casa.
Porque el vino mexicano no sólo está a la altura... está en su mejor momento.