Carlos Manzo fue asesinado… pero la víctima es la transformación de cuarta
Lo he dejado por escrito, en forma reiterada y sin ambigüedades en los distintos espacios en los cuales tengo la oportunidad de opinar:
Muy lejos del discurso megalómano instalado en Palacio Nacional, desde diciembre de 2018, al Gobierno de la República llegó, hace siete años, un equipo cuyas capacidades dan, si acaso, para identificarles como una “transformación de cuarta”.
Hoy, cuando los herederos de nuestro Perseo de Pantano aseguran, de forma incesante, cargar sobre sus hombros la construcción “del segundo piso de la transformación”, pues es eso: un segundo período de mediocridad, incapacidad y victimismo.
El último de los ingredientes, por cierto, es el favorito de la “nueva clase gobernante” pues ello les permite evadir perpetuamente la responsabilidad de los hechos cotidianos.
Particularmente, desde luego, de los hechos con los cuales se demuestra su incapacidad para gobernar.
A los demasiados ejemplos acumulados, a lo largo de siete años ya, se ha sumado recién el del asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo.
El episodio constituye una dosis cuádruple de realidad para el triunfalismo discursivo de la presidenta Claudia Sheinbaum, a quien se le ha hecho tarde, casi desde el primer día de su gobierno, para cantar victoria en la lucha contra el crimen organizado.
Se han repetido hasta la saciedad los videos en los cuales el defenestrado munícipe advirtió sobre los riesgos y solicitó -casi imploró- el apoyo del Gobierno de la República pues no quería convertirse en uno más de los servidores públicos asesinados en este país.
Y terminó siéndolo…
Pero, como corresponde a la vocación victimista de los incompetentes, el gobierno del segundo piso no es capaz de hacer otra cosa sino repetir el mantra acuñado por su líder eterno: la culpa es del pasado.
No importa si el pasado se encuentra cada día más distante e incluso si el término ya les abarca: el pasado protagonizado por sus “adversarios”, y los actos de aquellos, nos determina, nos tiene secuestrados.
Así, la Presidenta científica recicla una hipótesis incapaz de resistir el análisis del método científico:
¡La culpa de lo ocurrido en Uruapan es de Felipe Calderón!
El silogismo planteado en la homilía populachera del pasado lunes 3 de noviembre es impecable: “¿Dónde declararon la guerra contra el narco? ¿Dónde la declaró Calderón? En Michoacán; 6 años de fracaso, de una estrategia…”, dijo textualmente la presidenta Sheinbaum.
Se nos recuerda el hecho, porque nosotros, desmemoriados mortales, podríamos olvidarlo.
Poco importa si el hecho al cual se refiere ocurrió ¡hace ya 19 años! Menos aún, por supuesto, si el sexenio de Felipe Calderón concluyó hace ya 13. Y, desde luego, carece de relevancia alguna el hecho fundamental en torno a esta narrativa: “la transformación” arrancó hace ya siete años.
Pero, para no dejar lugar a dudas de cómo el determinismo calderónico es, sin duda alguna, el origen de todos nuestros males, la mandataria largó en esa conferencia una frase digna de análisis pausado.
Trascribo textualmente de la versión estenográfica publicada en la página web de la Presidencia de la República:
“La guerra contra el narco, eso no funcionó; al contrario, fue lo que generó esta violencia que apenas estamos disminuyendo, fueron 6 años de Calderón, 6 años de Peña, y apenas cambió la estrategia”.
Las últimas cuatro palabras de la frase deben subrayarse con marcador fosforescente, imprimirse en una lona y colocarse a la vista de todos, en todos los pueblos del país, porque esa es la justificación del actual estado de cosas: “apenas cambió la estrategia”.
¡Apenas cambió la estrategia!
Claro: la presidenta estudió física y seguro está recurriendo a la Teoría de la Relatividad.
Se inspira en Einstein cuando recurre al adverbio “apenas” para enfatizar cómo ha pasado muy poco tiempo -casi nada- desde el “cambio de estrategia” en materia de seguridad.
O tal vez su relativismo temporal provenga de su afición al tango y está recurriendo a esa famosísima frase, incluida en la letra de “Volver”, de los inmortales Carlos Gardel y Alfredo Le Pera: “Sentir que es un soplo la vida/ Que veinte años no es nada…”.
Y si veinte años no es nada… ¡pues siete son todavía menos!
Y entonces, la transformación de cuarta tiene la coartada perfecta para evadir la responsabilidad y decir, con todo el aplomo característico de los déspotas: ¡a Carlos Manzo lo mató Calderón!
El problema para la T4 es la dificultad creciente para hacer tragar a las mayorías tremendo anzuelo…
