Luego averiguamos
Me limito a tomar uno de esos casos.
El lunes y martes varias publicaciones nacionales y regionales de primer nivel dieron por buena la nota de que, según fuentes federales, el homicida de Carlos Manzo en Uruapan había sido Osvaldo Gutiérrez Velázquez, extorsionador de Apatzingán ligado, según esto, al CJNG o a una agrupación local denominada 3R.
Las notas lo relacionaban con un superior: Omar Farías Chávez, apodado El Prángana o El Fénix.
El jueves por la mañana, el fiscal de Michoacán, Carlos Torres, nos adelantó que el asesino era otra persona, un joven de 17 años originario de Paracho, Víctor Manuel Ubaldo Vidales.
Es decir, el asesino no era Osvaldo Gutiérrez Velázquez, pero el golpe estaba dado: primero la primicia, luego averiguamos.
Desconozco si Gutiérrez Velázquez es un desalmado criminal del Valle de Apatzingán.
Lo que sabemos es que se le exhibió como autor de un crimen que no cometió, que una autoridad con razonable credibilidad filtró la falsedad y que medios creíbles la compraron sin reparo, y no es el error.
Es que nadie, por lo visto, se acordó de disculparse con él.
Seguramente porque hay demasiados temas en el tablero como para detenerse en nimiedades.
