Andy Oscar goes to…
…Andrés Manuel López Obrador (mejor actor principal) y Claudia Sheinbaum Pardo (mejor actriz secundaria) por protagonizar en forma tan brillante la destrucción de la democracia mexicana mientras fingían consolidarla, engañando a millones de espectadores.
Una saga que este domingo tendrá uno de sus episodios estelares.
Mientras que esos millones están convocados a votar en una tragedia, lo harán convencidos de que han elegido, con su sufragio, a los nuevos títeres del Poder Judicial.
No saben que el guion hace mucho que está escrito y el final de la película ya filmado.
Ya están los resultados, solo falta validarlos con elecciones.
Una vez más, como en el episodio de junio de 2024, se movilizará a un ejército de actores secundarios, destacadamente los servidores de la nación, para asegurar el resultado planeado.
Porque muchos de esos votantes no entienden, y saberlo tampoco les haría ninguna diferencia, que el Licenciado y la Doctora señalaron a la gran mayoría de los que aparecen en las coloridas y atiborradas boletas.
Cuando lleguen obedientemente con su acordeón, prestos para llenar con ciertos números los cuadros correspondientes, estarán refrendando la designación de personas previamente aprobadas.
Como en los tiempos electorales más oscuros del priato, aquellos que tienen que ganar contarán con el apoyo popular.
Ya no será por medio del cruce de un logotipo en una boleta, sino gracias a esos números (y acordeones)
La producción será arriesgada, sin duda.
El Instituto Nacional Electoral se estaría jugando su prestigio si este no se encontrase ya, desde hace meses, en el basurero de la historia.
Si la votación resulta un desastre, incluyendo un conteo que será una pesadilla, no tiene la menor importancia real.
Los ganadores, al fin y al cabo, ya están seleccionados.
Cualquier problema logístico se agregará a la larga lista de ridículos que llevaron a que la elección judicial fuese la farsa que es, desde una improvisada selección que acabó incluyendo candidatos aliados con el crimen organizado hasta el circo de la tómbola presidido por el reyezuelo del Senado, el mismo a quien le encanta que le pidan perdón en cadena nacional.
Decía Marx que la historia se repite dos veces, primero como una tragedia y después como farsa.
Cuando el entonces abuelo del PRI, el Partido Nacional Revolucionario, se impuso en la elección presidencial de 1929, fue en medio de la tragedia de la represión.
La nueva pérdida de la democracia, recuperada apenas en el año 2000, cumple perfectamente con la farsa.
El llamado “pueblo bueno” del Licenciado y la Doctora es, una vez más, la carne de cañón para lograr la destrucción.
La regresión autoritaria habrá dado un paso más en su consolidación.
Quien quiera que presida la Suprema Corte de Justicia de la Nación interpretará la constitución al gusto de sus nuevos amos, encabezados por López Obrador y Sheinbaum.
La Trinidad Autoritaria tendrá de nuevo a un (o una) Tlatoani en el que existen el Ejecutivo, Legislativo y Judicial, compartiendo una misma naturaleza política y cada uno jugando su papel en la marcha del proyecto nacido originalmente bajo la guía del mesías tabasqueño.
Un episodio estelar que se habrá consumado este domingo.
López Obrador y Sheinbaum se han ganado esas estatuillas.