La izquierda va de salida
Las palabras y las consignas se desgastan con mayor rapidez cuando sus voceros las corrompen y vacían de contenido.
Eso es lo que sucede con la izquierda, que va de salida en América Latina.
Sólo se mantiene en el poder donde ha instaurado dictaduras como en Venezuela (Maduro perdió y no entregó la presidencia) y Nicaragua (Ortega se reeligió porque encarceló a los candidatos opositores), además de Cuba.
La izquierda ya perdió Argentina y antes de que termine el presente año habrá perdido la presidencia de Bolivia y de Chile.
En 2026 sigue Brasil, donde Lula tiene una aceptación de 24 por ciento (Datafolha).
Primero, Bolivia.
La segunda vuelta electoral es el 19 de este mes, a la que llegan el centrista Rodrigo Paz (demócrata cristiano), y el abanderado de la derecha Jorge Tuto Quiroga.
Terminarán 20 años del Movimiento al Socialismo (MAS) en el poder, por dos razones fundamentales: se acabó el dinero para los subsidios, y la izquierda se dividió por la tozudez del cacique Evo Morales que mandaba como presidente y quería seguir mandando como expresidente.
El MAS construyó su hegemonía sobre la bonanza del gas y las reservas internacionales.
Hoy esa caja fuerte está vacía.
No hay propaganda que compense el malestar de un productor que no puede mover su cosecha por escasez de diesel, o el de una madre de familia queve cómo el precio de la canasta básica sube, mientras el gobierno insiste en que la inflación está “controlada” (15.5 por ciento en el primer semestre, es el dato oficial).
El déficit fiscal es cercano al 8 por ciento del PIB.
La deuda externa crece.
Los subsidios al combustible, que fueron bandera de estabilidad, hoy son un agujero sin fondo.
La producción de gas se desploma, y con ella las exportaciones a Brasil y Argentina.
El modelo extractivista ya no financia nada: ni el reparto de dinero que tenía por las nubes la popularidad del gobierno, ni la francachela del gasto público.
Al fracaso económico se suma la ambición de poder de Evo Morales, que quería volver al poder a cualquier costo, en pugna con el presidente Arce –exministro de Evo–, quien culpa a enemigos externos de lo que en realidad es el derrumbe del modelo populista.
Los votantes ya no están de humor para esas arengas y excusas, lo que importa es si hay azúcar, si hay harina, si alcanza el dinero para llegar a fin de mes.
La izquierda perdió porque la economía habló.
En esa realidad se desmoronó el relato que alguna vez hizo del MAS el dueño de la esperanza popular de los bolivianos.
Sigue Chile.
El 16 de noviembre será la primera vuelta y el 14 de diciembre el balotaje (la segunda y definitiva), al que llegarán la candidata de la izquierda, la comunista Jeanette Jara; el abanderado de la derecha dura, José Antonio Kast, o la candidata de la derecha Evelyn Matthei.
El presidente Gabriel Boric, que ha tenido una política exterior brillante, no ha podido con los problemas domésticos –destacadamente la inseguridad– y jugó en favor de la precandidata del Partido Comunista (Jeanette Jara), contra Carolina Tohá, para ser la abanderada de la izquierda.
Las encuestas señalan que Jara llegará al balotaje, pero perdería ante Kast por ocho puntos, y sería vapuleada por Mathei (18 puntos).
La explicación del destacado politólogo y académico chileno Alberto Mayol es clara y profunda:
“El balotaje no es sólo la segunda vuelta de una elección: es el escenario donde se exhibe el consenso silencioso de la época, y en este consenso, el país parece haber decidido que la seguridad está a la derecha, el orden está a la derecha, el gobierno posible está a la derecha”.
Señala el investigador de LCL que hubo un tiempo en que la palabra “privilegios” ardía como fuego en la plaza pública.
Era la consigna que quemaba la legitimidad de la élite y abría paso a nuevas figuras políticas.
Decir “yo no vengo de privilegios” era un salvoconducto directo hacia la confianza popular.
Esa narrativa “ya se gastó”, dirían en Mérida.
Las encuestas, documenta Mayol, indican que “sólo un 17.7% de la ciudadanía considera importante que un candidato no provenga de una vida de privilegios
El 82.3% prioriza otros atributos.
La frase que antes encendía multitudes ahora cae como un fósforo (cerillo) mojado”.
Y se pregunta por qué muere ese relato. Responde: “Porque el contexto cambia, tras años de crisis, el país ya no está obsesionado con el origen, sino con la capacidad de resolver, lo que importa no es de dónde vienes, sino si puedes controlar la inseguridad, mejorar la salud, garantizar un futuro para los hijos”.
En la sociedad chilena, dice, “el mérito se reinstala como dogma”.
Se gastó la narrativa contra “los ricos”.
Dice la encuesta que 60.5 por ciento de los chilenos opina que se llega a ser rico como resultado del mérito, de haber aprovechado las oportunidades, ser inteligente o por el esfuerzo propio.
Sólo 30.2 por ciento opina que se llega a ser rico como resultado de algún tipo de abuso. (9.3 por ciento no sabe o no contestó).
Este año Bolivia y Chile dirán adiós a la izquierda.