El flanco débil del "superpeso"
A Andrés Manuel López Obrador le encanta presumir que, de mantener su actual fortaleza, el tipo de cambio peso-dólar tendría un mejor nivel al finalizar su gobierno que al iniciarlo, y esto por primera vez en 50 años.
Se equivoca: serían 120 años, desde 1904 (uno de los varios gobiernos de Porfirio Díaz).
Lo que sí ocurrió en varios sexenios del siglo pasado fue una paridad que cerró al mismo nivel, pues estaba fija.
Así lo recuerda el propio AMLO, nacido en 1953, quien tiene en su memoria el tipo de cambio de $12.50 (viejos) por dólar, vigente de 1954 a 1976.
A seis meses de que termine la administración, el superpeso parece imbatible.
La ironía es que su fuerza nada tiene que ver con la política económica del obradorismo.
Por el contrario, AMLO no se ha cansado de atacar a la inversión nacional y extranjera en diversos terrenos, destacadamente energía y comunicaciones, aparte de tensar las relaciones comerciales con Estados Unidos.
A ello hay que agregar el impresionante nivel de corrupción y, por supuesto, de inseguridad.
Este año acaba de agregar más elementos negativos, donde destaca un explosivo déficit fiscal buscando terminar sus elefantes blancos y promesas demagógicas que auguran más problemas presupuestales, particularmente en pensiones.
A todo ello es imperativo añadir la bomba de tiempo que es Pemex, cuya explosividad ha crecido notablemente en este gobierno, que no se ha cansado de arrojar dinero público en agujeros tan negros como el petróleo.