La otra mitad
El miércoles comentaba con usted acerca del mundo extraño en que estamos, pero nada más vimos la mitad.
Nos faltó considerar a China, que es ya un jugador de primera línea no sólo en cuestión económica.
El gran éxito económico de ese país responde a la aplicación de lo que me gusta llamar el “modo asiático de producción”, para hacer burla de Marx.
No me refiero al pegote que le hizo a su teoría lineal de la historia, sino al modelo utilizado por Japón, Corea, y después China, para crecer con rapidez.
El “modo asiático” consiste en invertir todo lo que se pueda, lo más pronto posible.
Eso requiere conseguir tecnología, pero sobre todo recursos, financiar una inversión extraordinaria implica que la población ahorre también de manera extraordinaria.
Y la única forma de lograrlo es “convencerlos” de que dejen de comer. Japón lo logró por la derrota en la Segunda Guerra Mundial, que ellos consideraban vergonzante. Corea y China gracias a gobiernos profundamente autoritarios.
El detalle del modelo es que si se deprime el consumo, para financiar la inversión, lo que se produzca no puede colocarse en el país, hay que sacarlo. Por eso muchos interpretan ese modelo como centrado en las exportaciones, pero no es así.
Las exportaciones son un subproducto, el eje es la inversión.
Hay un segundo problema que consiste en cómo terminar con el modelo, a esto le suelen llamar “rebalanceo”.
Hay que lograr que la población incremente su consumo para no depender tanto de la inversión, si esto no se logra a tiempo, el exceso de inversión se convertirá en una gran burbuja inmobiliaria.
Japón no pudo rebalancear a tiempo, y la burbuja estalló en 1989, desde entonces, el crecimiento de ese país ronda en cero.
Como su crecimiento poblacional es ya negativo, el ingreso por persona sí crece; Corea tuvo la suerte de que la crisis de 1998 le obligó a corregir, y gracias a ello mantiene un crecimiento moderado.
China debió aprovechar la Gran Recesión (2009) para iniciar el rebalanceo, pero no lo hizo.
Les dio miedo, y en lugar de reducir la inversión, la incrementaron.
La inmensa burbuja que crearon se vino abajo poco después de la pandemia, en octubre de 2021 quebró Evergrande, la más grande inmobiliaria del mundo.
Desde entonces, China no puede crecer.
Pero eso no es aceptable para el gobierno chino, cuyo objetivo principal es el control político, si el crecimiento se desploma, y con él el empleo, les sería imposible mantenerse en el poder.
En consecuencia, desde 2022 China sí tiene un modelo centrado en exportar, por eso usted ha visto autos chinos en abundancia, a precios increíbles.
No les importa perder dinero, con tal de tener trabajando a los chinos.
Por eso la idea de imponer aranceles no es mala, en absoluto.
Curiosamente, la amenaza que Trump veía en China desde antes de su primera presidencia no tenía mucho sentido entonces, pero sí lo tiene desde hace tres años.
La mejor estrategia era buscar aislar a China, promoviendo un alza de aranceles de los países aliados.
En lugar de eso, Trump se ha puesto a subir aranceles a todos, aunque sí ha presionado para que otros países aíslen a China a cambio de imponerles un arancel menor.
No creo que haya sido el camino correcto, y por eso todo se ha complicado más.
China es el sostén de Rusia, y mediante ella, de Irán, los tres autoritarismos asiáticos.
China necesita exportar cada vez más, so pena de implosionar, la presión directa de Estados Unidos cerrando sus fronteras, sumada a la de otros países convencidos o forzados a hacer lo mismo, no es un problema sólo económico.
Es un tema de supervivencia del gobierno chino.