Los bostezos de Biden

El inquilino de la Casa Blanca sabe más de López Obrador que nosotros los mexicanos.

Joe Biden sabía perfectamente a quien tenía sentando frente a él: un populista aldeano con delirios de grandeza al que era necesario “darle el avión”.

Biden conoce la psicología, la megalomanía del mesías, pero sobre todo la forma oscura, tortuosa y antidemocrática como gobierna México.

El inquilino de la Casa Blanca sabe más de López Obrador que nosotros los mexicanos. Tiene bien medido a un provocador de baja monta siempre dispuesto a buscar pleito y a convertirse en víctima.

Por eso el viejo demócrata ha tomado la ruta del bisturí. Aparenta ignorar las continuas agresiones de López Obrador a Estados Unidos para no dañar la relación bilateral y evitar que el tabasqueño se erija –como pretende serlo– en un Simón Bolívar.

Joe ha sabido aguantar las ofensas y el oportunismo del tirano mexicano.

Toleró en silencio la amistad cómplice de AMLO con Donald Trump y el desplante arrogante de no reconocer su triunfo en las elecciones presidenciales.

Biden no le ha reclamado que haya operado para sabotear la Cumbre de las Américas. Tampoco la falta de solidaridad con Ucrania o las continuas críticas al Congreso de Estados Unidos.

Más que debilidad, la prudencia de Biden hacia el presidente de México es parte de una táctica. No provocarlo, no incendiar sus delirios, evitar que termine de arrojarse a los brazos de los dictadores latinoamericanos. No poner en riesgo la relación bilateral comercial que asciende a más de 661 mil millones de dólares al año.

Washington trabaja la relación bilateral en dos pistas:

  1. La sonrisa amable de Biden camina en paralelo con los duros reclamos de Katherine Tai, representante de Comercio, a México por las violaciones al T-MEC.
  2. Las denuncias hechas por el Jefe del Comando Norte, Glen VanHerck de que el 35% del territorio mexicano está en manos de los cárteles.

Mientras en el Salón Oval hay abrazos y sonrisas lo que realmente se piensa en Washington de López Obrador se escucha en las oficinas de los congresistas. El senador republicano Marco Rubio criticó así la ausencia de AMLO en la Cumbre de las Amércas:  “Me alegra ver que el presidente de México, que ha entregado secciones de su país a los cárteles de la droga y es un apologista de la tiranía en Cuba, de un dictador asesino en Nicaragua y de un narcotraficante en Venezuela, no estará en Estados Unidos esta semana”.

En el Congreso y en la Casa Blanca saben que en México germina un régimen autoritario que ha construido una red de complicidades con el crimen y la izquierda totalitaria de América Latina.

López Obrador no es, entonces, para Biden un homólogo confiable. De ahí, que no valga la pena tomar en serio sus propuestas. De ahí que el mandatario estadounidense le haya dicho con toda elegancia que el problema migratorio no se va a resolver imitando a Roosevelt, que se trata de un problema que exige acuerdos hemisféricos.

La reunión México-Estados Unidos no dejará registro.

¿Qué esperaba López? ¿Que lo recibieran como un jefe de Estado cuando no lo es? ¿Qué lo invitaran al Congreso cuando ha acusado a los legisladores de armar una campaña en su contra? ¿Que reconocieran en él a un demócrata cuando ataca todos los días a quienes piensan diferente? ¿Que acataran sus recomendaciones para combatir la inflación cuando tiene postrada la economía mexicana?.

Biden le abrió las puertas de la Casa Blanca por cortesía, pero no sin deslizar algunas advertencias: “Espero haber demostrado mi respeto a México”.

Fue una forma de decirle a López: un respeto que usted no ha sido capaz de darle a mi gobierno.

Beatriz Pagés Rebollar

Directora general de la Revista “Siempre”, una de las más influyentes de México, fundada en 1953 por su padre, Don José Pagés Llergo. Ha formado parte de los equipos de Televisa, Canal 11, Multivisión, CNI, Canal 40 y es comentarista política de numerosos medios. En 2019 renunció al PRI, donde militó gran parte de su vida.