¿Por qué el mesero insiste tanto en maridar?
La respuesta no tiene tanto que ver con vender una botella más, sino con hacer que el platillo y el vino se eleven mutuamente.
Personalmente, siempre que platico de vino, hago este comentario.
El vino es la única bebida que convive con los 3 tiempos de comida en una mesa, el maridaje bien hecho no busca que el vino “combine”, sino que resalte lo que ya está en el plato, acidez, grasa, dulzura, umami, textura.
En Monterrey, donde los menús suelen moverse entre cortes de carne, tacos de lechón, salsas rostizadas y quesos intensos, el vino correcto puede ser la diferencia entre una comida sabrosa y una experiencia memorable.
El norte tiene carácter, y los vinos que mejor acompañan nuestra cocina también lo tienen, aquí algunos ejemplos, con regiones mexicanas que hoy destacan por su expresión única:
- Nebbiolo – Valle de Guadalupe, Baja California. De los favoritos para los cortes regios. Sus taninos firmes y notas de ciruela, cuero y pimienta combinan perfecto con carnes al carbón y salsas reducidas, tip: pruébalo con un New York o ribeye con costra de sal de mar.
- Syrah – Valle de Parras, Coahuila. Una uva que se da increíble en el semidesierto, aromas a especias, humo y frutos negros que acompañan maravillosamente un lechón al horno o una barbacoa de res, parras está a menos de 3 horas de Monterrey —no hace falta ir tan lejos para beber bien.
- Cabernet Sauvignon – Chihuahua. El clima extremo de Chihuahua entrega vinos potentes pero elegantes, ideales para platos con grasa o salsas oscuras. Un Cabernet chihuahuense con unas papas con tuétano o con una hamburguesa artesanal es un maridaje ganador.
- Malbec – Zacatecas. Una región que está creciendo rápido en producción y calidad. Sus Malbecs son afrutados, con cuerpo medio y buena acidez, lo que los hace muy versátiles. Pruébalos con pizza de chorizo, empanadas o una tabla de charcutería.
Pruébalos con pizza de chorizo, empanadas o una tabla de charcutería.
Más que insistencia, es experiencia.
Así que la próxima vez que el mesero te recomiende un vino, dale el beneficio de la duda, no se trata de formalidades ni etiquetas: el vino, cuando se elige bien, acompaña, limpia, refresca y prolonga los sabores.
Y si además es mexicano —de nuestros valles, con nuestras uvas y nuestra tierra, entonces el maridaje no solo tiene sentido, también tiene identidad.
