Opinión

Que la paz nos explote en la cara

Emiliano Calvert DETONA® No soy diplomático, ni experto en geopolítica, ni mucho menos Premio Nobel.
https://vimeo.com/1091444957
Pero este fin de semana caminé por Hiroshima y Nagasaki y, honestamente, me alcanzó para replantearme muchas cosas.

Visité museos, leí declaraciones, vi fotos que no deberían existir, y escuché historias que deberían enseñarse en todas las escuelas del mundo.

Y aunque parte de mí buscaba el dato técnico, el contexto histórico o la perspectiva política, lo que más me impactó no fue lo macro, sino lo humano: la paz cuando se rompe duele con nombres y apellidos.

“People making atomic bombs”

Así empieza un poema que encontré en una de las exhibiciones.

No lo escribió un analista militar, lo escribió una sobreviviente, una hibakusha.

Y no hablaba de culpables, sino de consecuencias.

Nos han dicho tantas veces que la paz es un concepto…

Y sin embargo, después de ver con tus propios ojos los testimonios de una madre embarazada que entró a Hiroshima tres días después de la bomba, o de un niño cuyo padre murió sin poder hablar nunca más por el trauma mental, entiendes algo: la paz no es un discurso.

  • Es una necesidad básica.
  • Como el agua.
  • Como el aire.
¿Y por qué hablar de esto en pleno 2025?

Porque mientras caminaba por los pasillos del museo, recordando lo que se decía allá afuera  Ucrania, Gaza, armas nucleares modernizadas, discursos polarizantes, redes sociales llenas de odio pasivo-agresivo y algoritmos que premian la indignación antes que el entendimiento no pude evitar preguntarme:

¿de verdad aprendimos algo?

Nos urge volver a darle a la paz el lugar que merece.

No como una campaña de publicidad  con logo bonito… sino como una estrategia diaria, necesaria y profunda.

La paz no es pasividad. Es construcción

Decimos “la paz se construye”, pero pocos sabemos lo que eso significa.

Significa hablar incluso cuando da flojera.

Escuchar incluso cuando no estás de acuerdo.

Ceder incluso cuando podrías ganar.

Reparar vínculos. Reconocer errores.

Y sobre todo, implica pensar más allá de uno mismo.

Como decía el alcalde de Nagasaki este año:
  • “La paz mundial no se logra con declaraciones, sino con colaboración real entre generaciones y culturas.”

Y en un mundo donde cada quien defiende su “verdad” como si fuera patente registrada, eso suena más revolucionario que nunca.

La paz es profundamente moderna

Mientras algunos siguen viendo la paz como un símbolo hippie que se estampa en tazas de café y playeras, Nagasaki la pone donde debe estar: en el centro de la conversación sobre desarrollo sostenible, salud pública, bienestar social y futuro compartido.

No hay empresa social, ciudad inteligente o innovación climática posible en un planeta amenazado por botones nucleares.

Y no necesitamos ser jefes de Estado para entenderlo.

¿qué podemos hacer desde acá?

Poco, si creemos que la paz es “de otros”.

Mucho, si entendemos que cada quien aporta una parte.

Hablar desde el respeto aunque no coincidas.

No escalar conflictos innecesarios.

Dejar de normalizar discursos que minimizan el sufrimiento ajeno.

Educar a los más jóvenes sin miedo, pero con conciencia.

Y sobre todo, no ser indiferente.

Porque sí, la paz no tiene patrocinador. No es tendencia. No genera clics.

Pero sigue siendo el único camino que no termina en tragedia.

Y si algún día tengo hijos o aunque solo me toque explicárselo a los hijos de alguien más quiero poder decir, sin temblor en la voz, que hice algo.

  • Que sumé, aunque fuera poquito.
  • Que no me quedé viendo la historia desde la banca mientras el partido se definía.

Porque la paz no se hereda: se construye, se conversa y se defiende.

Y no debería ser solo una palabra bonita en los discursos oficiales, sino una decisión diaria en los actos individuales.

Una paz que no solo se firme… sino que se viva, se escuche y se note.

Así que a quienes ven este mundo con más miedo que esperanza: hagamos ruido, pero del bueno.

  • El que construye puentes, no trincheras.
  • El que detona ideas, no bombas.
  • El que protege la humanidad, no solo la bandera.

Porque si algo me dejó Hiroshima y Nagasaki, es que cuando todo se ha destruido… la única victoria es volver a empezar.

Pero esta vez, sabiendo tus errores pasados y realmente buscando no repetirlos.
https://vimeo.com/1089261994
https://vimeo.com/1015118818