Un martes pintado para pasar a la historia
Por ejemplo, el retiro con pisada firme de los representantes de la mayoría de los países en la Asamblea General de la ONU cuando Netanyahu iniciaba su discurso para negar las acusaciones de genocidio contra Israel en Gaza.
Pocos recordarán el alegato de 40 minutos del primer ministro, en cambio será inolvidable la forma en que el mundo le hizo el vacío y echó en cara lo que considera una inaceptable matanza de civiles, mujeres y niños.
Retrotraigo el episodio del viernes en Nueva York porque se cumple un año del martes 1 de octubre en que la oposición tuvo dos horas sentado en San Lázaro a López Obrador, sus últimas como Presidente, sin molestarlo con una trompetilla ni gritarle “¡asesino!” por los 190 mil mexicanos ejecutados en sus seis años de gobierno, “¡asesino!” por los 300 mil que no debieron morir en la pandemia y murieron.
O “¡ladrón!” por el cinismo con que negó y tapó negocios corrompidos que involucraban a sus hijos, hermanos y primos.
Aquello fue una resignada capitulación ante el personaje y una metáfora de la magnitud de la derrota de los opositores y la victoria de él.
López Obrador se marchó sin adversarios de su tamaño.
Un año ya.