Una nueva era en la Suprema Corte de Justicia de la Nación

José Luis Elizondo Treviño DETONA® En pocos días, la Suprema Corte de Justicia de la Nación iniciará una nueva etapa.
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Se trata de un cambio histórico, no solo por los ministros electos, sino por las polémicas que rodearon su designación, como el abstencionismo récord, una cantidad inusitada de votos nulos y el uso de los controvertidos "acordeones" para orientar el voto ciudadano.

Ante este panorama, la pregunta que resuena en la sociedad es inevitable: ¿realmente tendremos una Suprema Corte independiente y autónoma del poder ejecutivo?

El reciente rechazo, por parte del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, del último intento de invalidar el proceso electoral no hace sino alimentar las dudas.

La propuesta del magistrado Reyes Mondragón, que señalaba los vicios de la elección, fue desestimada. Como es bien sabido, tres de los cinco magistrados electorales tienen una clara afinidad con el Ejecutivo y con el partido en el poder, una situación que pone en entredicho la imparcialidad del fallo.

Es cierto que algunos argumentan que Morena, al tener una mayoría en las cámaras legislativas (incluso si se trata de una "mayoría artificial"), tiene el derecho de usar su "aplanadora" política.

Pueden tener algo de razón en la lógica de la aritmética parlamentaria, pero lo que la ciudadanía no puede, ni debe, aceptar es que los nueve ministros electos supediten sus sentencias a la voluntad política de quien ostente el poder.

Subordinar a ministros, magistrados y jueces de distrito a fines políticos sería el inicio de un desastre nacional.

En el ámbito económico, la falta de certeza jurídica ahuyentaría a los inversionistas locales y extranjeros, quienes buscarían destinos más seguros para su capital.

La consecuencia directa sería una menor recaudación fiscal, afectando programas sociales e inversión pública, además de generar un inevitable aumento del desempleo.

Esto, a su vez, podría propiciar un mayor endeudamiento, tanto público como privado, un alza en la inflación y en las tasas de interés, lo que golpearía directamente la economía de la mayoría de los mexicanos.

Sin una justicia imparcial y sin un poder judicial con verdadera independencia y autonomía, estaríamos en grave riesgo.

La historia de Venezuela con el chavismo, primero con Hugo Chávez y luego con Nicolás Maduro, es un claro ejemplo de las consecuencias.

Un régimen que socava la independencia judicial acaba por erosionar las libertades y la estabilidad de una nación.

La última palabra la tendrán las y los ministros a partir del 1 de septiembre, cuando sus primeras sentencias revelarán el verdadero sentido de esta "nueva era".
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José Luis Elizondo Treviño

Profesor y abogado con más de 30 años en el servicio público estatal y municipal. Articulista en diversos medios digitales.