Vides del norte: el despertar del vino en Nuevo León
El evento de vino más reciente en la ciudad, me brindó la oportunidad de probar un poco de lo que Nuevo León está produciendo, y con esto, me llevé la sorpresa de probar vinos de Bodegas G & P, un proyecto enclavado en Galeana, a más de 1,600 metros sobre el nivel del mar.
Esa cifra, que podría parecer un simple dato geográfico, es en realidad la clave de su carácter, altitud que se traduce en noches frías, días soleados y una maduración pausada de la uva, donde el equilibrio entre acidez y azúcar se vuelve natural.
En boca, sus vinos tienen algo que podríamos llamar honestidad, no intentan imitar a nadie, son vinos que hablan de montaña, de clima extremo, de una región que hasta hace poco nadie asociaba con viñedos.
Pero más allá de sus vinos, la vitivinicultura neoleonesa está en una etapa emocionante.
Hay proyectos jóvenes, apasionados, que están explorando desde variedades tintas resistentes hasta blancos aromáticos adaptados al microclima de la sierra.
Y lo más interesante es que muchos de estos productores vienen de otras disciplinas, ingenieros, empresarios, chef, todos compartiendo la curiosidad de ver hasta dónde puede llegar la vid en estas tierras del norte.
Hablar de vino en Nuevo León es hablar de una nueva frontera.
Una donde el terruño apenas está revelando su voz, y donde cada cosecha será una página más en una historia que apenas comienza.
Los próximos años serán decisivos, veremos quién logra consolidar un estilo, quién se atreve a experimentar y, sobre todo, cómo el público regiomontano empieza a reconocer y respaldar los vinos de su propio estado.
Porque si algo ha demostrado la historia del vino mexicano, es que las grandes regiones no nacen de la tradición, sino del atrevimiento.
Y en eso, al norte, nos sobra valentía.
