¿Comemos por hambre o por algoritmo?
No estás solo.
Según una encuesta reciente, el 77 % de las personas ya elige qué comer basado en lo que ve en redes sociales.
Y en México, donde la comida es parte de nuestra identidad, el fenómeno no es menor.
TikTok e Instagram se han convertido en los nuevos recetarios, y los influencers gastronómicos en los nuevos críticos.
Hoy, un negocio puede pasar de desconocido a tener fila de dos horas con solo un video viral.
¿Y qué se viraliza? Lo más visual, lo más exagerado, lo que hace ruido.
¿Qué tanto pesa el sabor en esa ecuación? Cada vez menos.
Es la era del “antojo performático”: sushi en cono, birria en ramen, chilaquiles en croissant. Sabores que quizá no imaginamos juntos, pero que tienen potencial de volverse tendencia si el video correcto los empuja.
No siempre es comida que queremos probar dos veces, pero sí es comida que queremos ver.
Esto no es necesariamente malo.
Hay lugares que han aprovechado ese escaparate para mostrar cocina real, hecha con corazón y técnica.
Pero también hay una parte riesgosa: cuando cocinamos o comemos solo para que luzca bien en pantalla, corremos el riesgo de olvidar lo esencial: el sabor, la tradición, la historia.
¿Y tú?
¿La última vez que elegiste un restaurante… fue por hambre o por algoritmo?