Cuando la comunicación se vuelve una comunión.

Una historia de vida, de fe y una lección para todos aquellos que en ocasiones sentimos la mala tentación de rendirnos ante la adversidad.

Mi tío abuelo Jesús Aguirre fue Juez de Letras en Río Verde, un poblado de San Luis Potosí. Vivió en aquella época aciaga de la revolución cristera, cuando la iglesia católica y el Estado mexicano entraron en un conflicto radical.

Y mi tío Jesús, pese a ser funcionario de gobierno, era católico devoto, de misa y comunión diarias, como antes se decía. El jefe político y comandante militar de la plaza era un hirsuto general apellidado Herrández, por mal nombre, “El Bizco”.

Porque lo era. Era bizco, trascorneado, turnio, bizojo, ojituerto, estrábico, trasojado, misforneta, que de todos esos modos y maneras puede ser llamado el que tiene la mirada estrábica y el general Herrández la tenía, pues con el ojo izquierdo veía hacia el Golfo de México y con el derecho hacia el Océano Pacífico.

Él era furioso enemigo de la iglesia, rabioso come curas, extremado jacobino, consumado liberal.

Pero a pesar de la diferencia de sus ideas, él y mi tío Jesús tenían buena amistad y todas las tardes salían a pasear juntos en torno de la plazuela del lugar.

Y A MÍ, ¿QUÉ CHINGADOS ME IMPORTA?

Y cada vez que pasaban frente al templo, mi tío Jesús, conforme a la piadosa costumbre aprendida de sus padres se santiguaba devotamente y eso, el general Herrández no lo veía con buenos ojos.

De hecho, no veía nada con buenos ojos. Le parecía impropio que siendo el licenciado Aguirre funcionario de gobierno, y estando la Iglesia y el Estado enfrentados en aquella lucha a muerte, tuviera él esa muestra pública de devoción católica.

Hasta que en una de tantas vueltas y en una de tantas santiguadas, el general Herrández ya no se pudo contener y con voz áspera y descompasado continente le preguntó a mi tío: “Oiga, señor licenciado, ¿por qué cada vez que pasamos frente al templo se santigua usted?"

Le contestó mi tío: “Mire qué coincidencia, general, yo le iba a preguntar a usted, por qué no se santigua, pero pensé: Bueno, y a mí qué chingados me importa”.

Yo le iba a preguntar a Gustavo por qué me hizo el gran honor de invitarme a estar en la presentación de estos libros, pero pensé lo mismo que mi tío Jesús y ya no le pregunté nada. 

Y agradecí, nada más, a Gustavo, hombre de extraordinarias cualidades humanas, empresario de éxito, pero sobre todo, hombre que tiene lleno de amor su corazón.

El libro que presentamos hoy es testimonio fidelísimo de una vida buena. Es una historia de vida, una historia de fe y una lección para todos aquellos que en ocasiones sentimos la mala tentación de rendirnos ante la adversidad.

 

Gustavo conoció el dolor, el sufrimiento llamó a su puerta con sonoros golpes de vida, con un sonoro golpe de la muerte.


Él atendió ese llamado, ¿qué humano no se rinde ante los llamamientos del dolor? Él los sintió, pero supo levantarse ante la adversidad y cantarle cara al sufrimiento con las armas que dan la fe, la esperanza y sobre todo, el amor.

A LA CAÍDA DE LA TARDE, TODOS SEREMOS EXAMINADOS EN AMOR.


Hace dos días, por azar, encontré una frase de San Juan de la Cruz, ese alto y noble poeta castellano. Me cimbró esa frase es al mismo tiempo, hermosa y verdadera: “A la caída de la tarde, todos seremos examinados en amor”.

El poeta santo nos dice así, que al final de nuestra vida nadie querrá saber cuánto dinero hicimos o qué famas o glorias transitorias nos allegamos en la vida.

Nuestro padre y nuestros hermanos preguntarán cuánto amor dimos y cuánto bien hicimos a los demás con ese amor.

Estoy firmemente convencido de que Gustavo tiene ya aprobado ese final de examen, porque su vida ha sido una obra de entrega a los demás.

Una constante tarea de bien a su prójimo. Hizo de la comunicación, una comunión. Una forma bella de unir a los humanos con los vínculos de la técnica pero sobre todo con los lazos del afecto humano.
Esta es la historia de un profundo amor y de una elevada intención de vida.

La labor periodística de Armando Fuentes Aguirre, “Catón” se extiende a más de 150 diarios mexicanos. Escribe todos los días y es creador de la primera estación de radio de música clásica: Radio Concierto, que transmite lo más popular de la música clásica y lo más clásico de la música. También fundó el Museo Catón y es uno de los conferencistas más contratados a nivel nacional. Cuando Trump estaba en campaña para la presidencia de EU, prometió que si ganaba no se pararía en ese país mientras él estuviera en el poder, y ha cumplido su palabra. 

Armando Fuentes Aguirre, "Catón"

Hijo de Mariano Fuentes Flores y Carmen Aguirre de Fuentes. Es famoso por su sabio humor, el que ha plasmado en su obra escrita. A los quince años de edad obtiene la licencia de locutor de radio. Abogado por la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Autónoma de Coahuila, es maestro en Lengua y Literatura, así como maestro en Pedagogía, por la Escuela Normal Superior de Coahuila. Director del Ateneo Fuente y de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la misma Universidad.

Desde la década de los ochenta fue nombrado cronista oficial de la ciudad de Saltillo. En 2003 le otorga la Universidad Autónoma de Nuevo León el Doctorado Honoris Causa. Es considerado "el 'historiador' favorito de la nueva clase política" mexicana, aunque no es historiador de profesión.

Su labor periodística se extiende a más de 150 diarios mexicanos, destacando Reforma, El Norte y Mural, donde publica sus columnas “Mirador”, “De política y cosas peores” (donde cuenta chistes y hace comentarios políticos bajo el seudónimo de Catón), "Manganitas", "Plaza de Almas" que se publicara todos los martes, además de "La Otra Historia de México" que dejó de escribir hace algún tiempo, reflexiones de la vida bajo su mismo nombre, comentarios políticos en verso sobre notas específicas firmando solo "AFA", además de la primera entrega de historia en forma de columna periodística. Ha sido merecedor del premio Ixtan Kan Tonolli en diversas ocasiones, que los periódicos El Norte, Reforma y Mural, otorgaban cada año a sus editorialistas más leídos, según encuestas entre sus lectores. También tiene participación en el noticiero Hora 21 en Foro TV en su sección "un momento con Catón".