De nuevo el tema ferroviario

Carlos Chavarría DETONA: Ya veremos que con el llamado “nearshoring” pronto se atorarán puertos, aduanas, carreteras... no se diga el canal ferroviario.

En días recientes, el Presidente López Obrador volvió a anunciar que si para diciembre de este año las empresas ferroviarias no se deciden a ofrecer el servicio de transporte de pasajeros, que coexista junto con el que ahora prestan de transporte de carga, entonces será el propio gobierno el que se encargará de invertir y operar trenes de pasajeros.

En México, como en todos los países del mundo, se presenta algún tipo de romanticismo nostálgico por el servicio de trenes de pasajeros, y como no si fue uno de los disparadores de la revolución industrial en el siglo XIX, y en nuestro país, aunque con cierto atraso, jugó un papel importante cuando el transporte en rueda de hule no existía.

No obstante el entusiasmo por los ferrocarriles, estos no pudieron competir contra la rápida evolución tecnológica de los sistemas de transporte y aéreo.

De hecho, aunque también con atrasos, Miguel Alemán implantó todo un aparato de leyes y programas para incentivar la inversión en infraestructura y equipo móvil, destinado a la movilidad de carga y personas, para eliminar paulatinamente el cuello de botella en el que se habían convertido los FFCC.

Cuando Porfirio Diaz concesionó a extranjeros belgas, ingleses y norteamericanos la construcción de una red ferroviaria cometió dos errores muy básicos:

  1. El primero fue el no dotar a la red del sistema de su doble vía para evitar los empalmes de trenes,
  2. El segundo fue que el trazado o alineamiento horizontal fue totalmente arbitrario, pensando no en el futuro sino atender a las haciendas y poblados asociados de aquel tiempo.

Luego Lázaro Cárdenas empezó con los devaneos de la famosa “administración obrera” que vino a concluir con la entrega de López Mateos al sindicato de FFCC de la administración que terminó dirigiéndola Gómez Zeta, y ahí se sembró la semilla de la destrucción de la empresa.

Para ese momento, la participación de FNM en el transporte nacional era meramente marginal pues el sistema de rueda de hule con mucho ya satisfacía la demanda de transporte nacional, sin contar que las pérdidas de FNM eran una carga demasiado onerosa debido a la corrupción rampante de la administración. Hasta aquí la apurada y breve historia.

Ahora lo económico

El hecho de que nuestro presidente añore la figura de los gobiernos emanados del viejo PRI “keynesiano a la mexicana”, eso no convierte por decreto a la participación del estado en la economía en algo que funcionara con eficiencia; de hecho, la ciencia económica y la experiencia mexicana han demostrado que es inoperante el paradigma de que el gasto público es el único y mejor motor de la economía, para suplir la inversión privada.

Una de las raíces causales del atraso mexicano se encuentra en que los gobiernos siempre han encontrado la manera de meterle dinero bueno a donde no rendirá efectos multiplicadores ni repago. Por supuesto que se requiere inversión en infraestructura para quitar los cuellos de botella de economía.

Ya veremos que con el llamado “nearshoring” pronto se atorarán puertos, aduanas, carreteras libres y de cuota, recintos fiscales, y vías férreas... no se diga el canal ferroviario del istmo, y no habrá margen para inversión pública porque se metió en otras cosas que no hacen sentido cuando se mira aunque sea un poco al futuro.

Carlos Chavarría

Ingeniero químico e ingeniero industrial, co-autor del libro "Transporte Metropolitano de Monterrey, Análisis y Solución de un Viejo Problema", con maestría en Ingeniería Industrial y diplomado en Administración de Medios de Transporte.