Del traje al riesgo público: Por qué los empresarios tropiezan cuando quieren Gobernar (Y qué significa la llegada de Regio Poder)
Llegan con discursos de eficiencia, con promesas de “ordenar la casa” y con la idea de que el gobierno es simplemente una compañía mal administrada.
Pero una y otra vez, la realidad termina por desmentirlos.
La política no es una junta de consejo.
La política es territorio, conflicto, historia, heridas, emociones, comunidad.
Es proximidad humana.
Y ahí es donde los modelos empresariales suelen quebrarse.
En este contexto surge Regio Poder, una organización impulsada por empresarios y liderazgos privados que plantea la formación de “nuevos líderes ciudadanos” y una mayor participación de la sociedad en temas públicos.
Una iniciativa presentada como fresca, disruptiva y apartidista, pero que ya ha generado ruido, suspicacias y tensiones con las autoridades electorales.
Su mensaje es atractivo: Nuevo León merece más, urge involucrarnos y hay que formar liderazgos preparados.
Pero su irrupción también expone una tensión vieja: el intento del empresariado por incidir en la vida pública sin comprender del todo el terreno en el que están pisando.
Porque aquí está la verdad incómoda (la que casi nadie les dice): los empresarios fracasan en política no por falta de dinero, sino por falta de legitimidad y sensibilidad política.
¿Por qué tropiezan?
- Primero, porque confunden capital económico con capital social. Pueden construir edificios, generar empleos o dirigir corporativos, pero eso no significa que la gente los reconozca como líderes comunitarios. La legitimidad política se gana abajo, no arriba.
- Segundo, porque arrastran un estigma inevitable: para una parte importante de la sociedad, representan el poder económico que se ha beneficiado mientras otros sobreviven con lo justo. Llegan a la política cargando con esa sombra y no siempre saben cómo desmontarla.
- Tercero, porque quieren gobernar con la lógica del Excel (datos numéricos, eficiencia en costos, maximizar resultados financieros) Y la gente no vota desde el Excel: vota desde la emoción, desde la experiencia diaria, desde la esperanza y el miedo.
- Cuarto, porque no tienen raíces territoriales. No conocen el barrio, no caminan la colonia, no entienden el enojo acumulado. Creen que un programa bien diseñado sustituye a la cercanía. Grave error.
- Quinto, porque no saben negociar políticamente. Vienen de un mundo donde el liderazgo se ejerce desde arriba y la obediencia es parte del organigrama. En política, eso no existe. Se persuade, no se manda. Se construye, no se impone.
- Sexto, porque cuando intentan formalizar su participación (como ocurre ahora con Regio Poder) suelen descubrir que el sistema político tiene reglas, estructuras, tiempos y actores que no se mueven por el simple deseo de “hacer las cosas mejor”. La política es fricción. Y eso los sorprende… y los desgasta.
¿Qué puede ser Regio Poder… y qué riesgo enfrenta?
Regio Poder puede convertirse en un espacio interesante para formar ciudadanía y generar nuevas voces públicas.
Puede, si quiere, abrir puertas y democratizar el acceso al liderazgo social para perfiles que hoy no encuentran espacios.
Pero también corre el riesgo de caer en el mismo error que ha derrumbado tantos proyectos empresariales disfrazados de iniciativas ciudadanas: confundir vocación pública con aspiración privada.
Si se enfoca en capacitar, en abrir conversaciones, en formar liderazgos verdaderamente comunitarios, podrá aportar.
Si, por el contrario, se convierte en un trampolín político controlado por élites, será absorbido rápidamente por la desconfianza ciudadana.
Para quienes quieren “arreglar” Nuevo León desde arriba
- Nuevo León no necesita salvadores, necesita servidores.
- Necesita menos discursos de eficiencia y más testimonios de empatía.
- Menos modelos de negocio y más modelos de comunidad.
Si Regio Poder (y cualquier empresario que mire hacia la política) quiere ser relevante, deberá empezar por un acto simple y profundo bajarse del pedestal.
Porque:
- No se gobierna desde un despacho.
- No se representa desde un consejo directivo.
- No se transforma una comunidad sin haberla escuchado antes.
El futuro político de Nuevo León no vendrá de quienes buscan administrar al ciudadano como si fuera un cliente.
Vendrá de quienes están dispuestos a ensuciarse los zapatos, renunciar a privilegios y construir desde la raíz.
Lo demás (los comunicados, los anuncios, las fricciones institucionales) será simplemente ruido.
Y el ruido nunca ha cambiado la historia.
La voluntad social, sí.
