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El circo no para… sólo cambian los payasos

Los cínicos e hipócritas de la 4T gozan de cabal impunidad en presencia de Harfuch en el Congreso. Entre el show de Samuel García, el sainete de Movimiento Ciudadano y la tragicomedia de Morena, uno ya no sabe si reír o llorar. Samuel se vende como el “nuevo” y “fresco”, pero huele al mismo perfume del poder de siempre, sólo que en frasco millennial. Y mientras tanto, el país se hunde entre ocurrencias, influencers de gabinete y discursos huecos. Aquí no hay espacio para cuentos: el gobierno federal vive de la polarización, y la oposición a veces parece su porrista honoraria. Jorge Triana y yo lo dijimos sin rodeos: lo que México necesita no son más shows, sino instituciones que funcionen y políticos que dejen de creerse rockstars. Y claro, entre tanto relajo, uno termina preguntándose si el próximo proceso electoral será una contienda democrática… o un reality show patrocinado por el cinismo.