El daño de una generación
Las antiguas vecindades fueron palacios virreinales. asentadas en las partes coyunturales de las lagunas cegadas con tierra.
El chavo no vivía en el barril sino en apartamento ocho, claramente padecía dislexia, también TDAH y algunos otros procesos de supervivencia con limitaciones neuronales.
Los cotilleos entre el Chavo, la Chilindrina, Kiko, Ñoño, la Popis, Doña Florinda, el señor Barriga, el Profesor Jirafales, la Bruja del 71, y el mayor actor de toda la serie, Ramón Valdés, como Don Ramón.
Muchos de los libretos, para ser programados o pensados en nuestro siglo 21, resultan imposibles de transmitir por la televisión abierta.
El chavo del 8 soñando con la torta de jamón, Don Ramón el cliente moroso, debe 18 meses de renta, jamás supimos quién fue el padre de Kiko, el enamoramiento de Doña Florinda y el maestro Jirafales.
Las biopics solo muestran segmentos parciales, Roberto Gómez Bolaños embobado al concluir su matrimonio y emprender vida conyugal con la escultural Florinda Mesa.
En los jardines de niños, las primarias o secundarias, la simpleza de los diálogos, de la mente nacionalista de Chespirito, nuestra generación pudo sobrevivir a esa infamia, también a 24 horas de la noche con Jacobo Zabludovsky, el noticiero oficial de la presidencia imperial del Revolucionario Institucional.
Ambos programas no tenían risas grabadas, la tragedia de los años de bonanza petrolera convertidos en deuda externa y eterna.
Como lo dijo Zabludovsky el 3 de octubre de 1968, espués de la matanza de estudiantes y sociedad.
Hoy el día amaneció soleado.