El secreto mejor guardado de la foto de Adán Augusto viendo fútbol y la extradición del defraudador de Peak a NL
El escándalo que suscitó la imagen en redes sociales me pareció una frivolidad morbosa, entre muchas otras que pululan en redes sociales.
Pero nadie se ha dado cuenta de que lo verdaderamente escandaloso no radica en esa tablet, sino en la mesa del senador.
Ahí hay un elemento muchísimo más turbio, incómodo, desasosegante y revelador.
Antes de seguir, comento que, para entender cómo la Interpol siguió la pista y dio con el paradero en España de Víctor Hugo V., socio de Peak, grupo financiero radicado en San Pedro, Nuevo León, me serví de un libro de Roberto Saviano: Los valientes andan solos.
Si se quiere conocer el trasfondo del caso Peak y cómo dos jóvenes sampetrinos cometieron un fraude por más de $800 millones de dólares, lean mi columna: “¿Por qué perdieron su dinero con Peak en San Pedro?” (22/4/25).
Saviano explica en Los valientes andan solos que el legendario magistrado italiano Giovanni Falcone, fue el primero en centrar sus investigaciones no en la violencia del crimen organizado, sino siguiendo la ruta del dinero.
A sus subordinados del Pool Antimafia, Falcone les demostraba con hechos que el crimen organizado no es solo violencia, sino un sistema económico muy sofisticado.
La mafia usa como lavado de dinero el facturaje, la venta ilegal de combustible (en México se conoce como huachicol fiscal), fondos de inversión y hasta negocios de moda. Investigar el blanqueo de capitales es más conveniente que seguir la pista a los sicarios que mataron a un estilista en Polanco.
¿Extorsión? ¿Vendetta? Falcone fue muy exitoso cuando destapó el entramado económico que luego se conoció como “Pizza Connection” y que llevó a la captura del “capo di tutti capi”:
Toto Riina, nacido en Corleone, Sicilia.
El libro Los valientes andan solos describe cómo el magistrado Falcone perfeccionó el rastreo de los flujos financieros de actividades ilícitas para identificar a los responsables y sus redes de apoyo.
Y cómo es imposible que el crimen organizado pueda operar este blanqueo si no es con la complicidad de políticos y autoridades: jueces y senadores.
“El dinero habla”, decía Falcone.
Y por ello descubrió los estrechos vínculos de Toto Riina con el alcalde de Palermo e incluso con el primer ministro Giulio Andreotti.
En 1992, Falcone fue asesinado junto con su esposa, haciendo explotar su carro con 400 kg de explosivos.
Siguiendo la máxima de Falcone de que “el dinero habla”, se pudo destapar la cloaca de Peak Investment Fund en Nuevo León y se podrá dar con los autores intelectuales del asesinato de Miguel Ángel de la Mora, conocido en el mundo del lifestyle como Micky Hair, victimado de cinco tiros en Polanco, acaso la zona más protegida de México.
Todo esto lo escribo mientras vuelvo a ver la foto de Adán Augusto López en su curul que ayer se viralizó en X e Instagram.
El punto focal no debe ser la tablet del senador, donde se reproduce el partido de futbol entre el Barça y el PSG en la Champions League.
El punto focal debe posarse más bien al fondo, sobre el escritorio.
Ahí, sin que lo note nadie, yace un libro borroso, cuya portada se difumina, con el título casi ilegible, un libro que seguramente comenzará a leer o ya lee a ratos el senador.
Un libro sobre crimen organizado, lavado de dinero, complicidad entre políticos y criminales, un libro sobre la mafia que en Corleone, Sicilia, se conoce también como “el sistema”.
¿Por qué lo lee Adán Augusto? ¿Qué lo animó a tenerlo cerca de sí en su curul? Que lo intuya el lector.