¿Fin al pleito con Salinas Pliego?
El 30 de septiembre, hace apenas 48 horas, hubo un cambio de señal muy relevante en Palacio Nacional, que pasó a muchos desapercibido.
En respuesta a una entrevista que dio Ricardo Salinas Pliego, cabeza del Grupo Salinas, a la cadena de televisión Fox News sobre la situación de inseguridad y violencia que se vive en México, la presidenta Claudia Sheinbaum dijo que quería victimizarse y politizar su adeudo fiscal.
“Las deudas no se politizan, se pagan”, agregó.
Pero, sin énfasis, frenó súbitamente la locomotora del gobierno, se olvidó de la propaganda y dio pasos para atrás, lo que tendría que pagar Salinas Pliego no serían los 74 mil millones de pesos que le siguen echando en cara los voceros del régimen, sino 26 mil millones menos.
La cifra la mención de CSP, apoyándose en lo que días antes informó la procuradora fiscal de la Federación, Grisel Galeano García, quien dijo que el pago de nuevo crédito del Grupo Salinas que estaba por resolver la Suprema Corte ascendía a $48 mil 382 millones.
Un mes antes, el secretario de Hacienda, Édgar Amador, había trascendido que ese era el adeudo reclamado por el gobierno, anticipando la instrucción que le darían al presidente de la Corte, Hugo Aguilar.
Sheinbaum agregó el martes:
“Si él (Salinas Pliego) decidiera pagar ahora, podría tener lo que cualquier deudor tiene en términos del Código Fiscal, incluso descuentos de multas y otras cosas, pero tiene que pagar”.
Es decir, esos 48 mil millones podrían tener -legalmente- todavía una reducción de varios miles de millones.
La declaración de la presidenta fue resultado de una reunión que tuvo en Palacio la víspera, donde se acordó llegar a un punto final en el litigio con Salinas Pliego, entendiéndose que el número que mencionó Galeano García no era el piso del convenio final, sino el techo.
Sheinbaum busca resolver un litigio que le heredó el expresidente AMO, que rompió su relación con Salinas Pliego cuando el acuerdo al que llegó con la Secretaría de Hacienda para pagar casi $8,000 millones, lo rompió, justificando solamente, como le dijo cuando se vieron, que se había arrepentido.
Su decisión es una rectificación de 180 grados, luego de toda una estrategia que se había diseñado con un solo fin: meterlo a la cárcel.
Hace poco más de dos meses, giró instrucciones a su coordinador de asesores Jesús Ramírez Cuevas -quien manejó la operación de propaganda negra del régimen obradorista-, iniciar una campaña mediática y en redes sociales contra el empresario, para minar el impacto que estaba teniendo como la voz más crítica contra la ‘cuatroté’.
La narrativa contra él era básica: no quería pagar “74 mil millones de pesos”.
A Sheinbaum le exasperaba la forma en que Salinas Pliego cuestionaba al gobierno y acribillaba en las redes sociales a las figuras de la ‘cuatroté’, a quienes colectivamente llamaba “gobiernícolas”.
Salinas respondió con una entrevista el 25 de agosto, en donde mandó dos mensajes:
Sí quería pagar, pero lo “justo”, y sí aspiraba a la presidencia de la República en 2030.
Paralelamente a la campaña mediática, la presidenta le pidió al fiscal Alejandro Gertz Manero que armara el expediente para fincarle responsabilidades penales y meterlo a la cárcel, una vez que se diera el relevo en el Poder Judicial.
Gertz Manero se lo llevó a Sheinbaum a Palacio Nacional, donde comenzaron a analizar qué querían hacer con el empresario.
El modelo que tenían en la cabeza era Juan Francisco Ealy Ortiz, propietario de El Universal, quien fue detenido en 1996 por el gobierno de Ernesto Zedillo acusado de defraudación fiscal, y que pasó 10 horas preso en el Reclusorio Norte.
Ealy Ortiz salió libre bajo fianza por un error de Hacienda en la integración del expediente, pero el objetivo estaba hecho: su fotografía tras la reja de la barandilla, es lo que querían de Salinas Pliego, una fotografía tras las rejas.
Antes de que pudieran tener diseñado el escenario penitenciario, descubrieron que meter a la cárcel al empresario no iba a ser fácil.
No era un asunto de poder, que nadie tiene más que el Estado, sino que no había ningún documento firmado por él –a diferencia de Ealy Ortiz–, que podía servir para inculparlo.
Todas las rutas legales terminaban en un responsable legal y no podían escalarlo, salvo truqueando el proceso.
La estrategia tuvo que modificarse, apurada por dos elementos: la entrevista con Fox News, que sí preocupa a la presidenta porque es la única televisora que ve Donald Trump –María Bartiromo, quien habló con Salinas Pliego.
Es quien ha entrevistado a las figuras más influyentes del gobierno, empezando por el presidente–, y el mensaje que publicó el empresario el viernes tras la exhibición de su documentación fiscal en Palacio Nacional, donde dijo que “atacarlo y calumniarlo” no resolvía nada, “mucho menos la confianza que los empresarios mexicanos y extranjeros necesitan para seguir invirtiendo en el país”.
Los momentos parecieron un mensaje para Estados Unidos.
Salinas Pliego ha desarrollado sólidas relaciones con altos funcionarios de la administración Trump, y algunos lo ven como una alternativa para la presidencia en 2030, por ser, como lo consideran en varios sectores en México, la figura pública antimorenista más potente y beligerante.
El mismo afirma que los ataques en su contra buscan evitar que materialice su candidatura.
Salinas Pliego le propuso a Sheinbaum una mesa de negociación para encontrar puntos de acuerdo y construir “soluciones justas”.
Sheinbaum lo rechazó, pero como formato, no en el fondo.
La instrucción no ha bajado aún.
La Catrina Norteña, la cuenta más combativa de Ramírez Cuevas, apuntó:
“Aunque llore, patalee y se haga víctima en el extranjero, tendrá que pagar los 74 mil mdp que debe en impuestos”.
Si poner la locomotora en reversa será difícil, ¿cómo explicar a la militancia y más allá, que lo que pagará Salinas Pliego posiblemente no llegue a la mitad de lo que reclamaron durante tanto tiempo?