Elogio -parcial- del asistencialismo
1.
La pastoral social suele distinguir su actividad en tres rubros: la asistencia, o asistencialismo, la promoción y la transformación sociales.
La primera es una acción inmediata, destinada a remediar una necesidad concreta y urgente, mediante aportaciones individuales a un sujeto convertido en objeto.
La promoción social se centra en la educación, para que sea la persona misma quien resuelve sus problemas: “Dale un pescado a un hombre y comerá un día; enséñale a pescar y comerá el resto de su vida” (Confucio).
La acción social transformadora, en cambio…
2.
… busca cambiar las estructuras injustas que dan pie a los problemas atendidos por la asistencia y la promoción.
Es obvio que la primera no puede convertirse en el objetivo fundamental de una acción social, ni de las agrupaciones religiosas, ni de las asociaciones filantrópicas, ni de los gobiernos, pero es necesario como un primer paso.
Una persona herida en un accidente automovilístico, causado por su embriaguez, precisa, de inmediato, que se le cure su lesión. Ya después se le invitará a un tratamiento contra su enfermedad, y se podrán establecer…
3.
… leyes más estrictas para impedir automovilistas alcoholizados.
La tentación de quedarnos en acciones asistenciales es mucha, pues además de aliviar un apuro inminente -lo que en sí mismo es muy válido- tranquiliza la conciencia de quienes, con sensibilidad social y vocación participativa, intentan mejorar las condiciones de las personas más desprotegidas.
Estas obras buenas engrosan las cifras de los informes oficiales, consiguen donativos para seguir proporcionándolas, y conceden un aureola de benefacción a quienes las realizan.
Dar una limosna…
4.
… a un menesteroso le sirve para comprar un refresco, y provoca una sonrisa en quien la otorga. Pero hay otro elemento que desde siempre ha acompañado al asistencialismo: la estigmatización que sufren quienes lo reciben, tildándolos de flojos, de no querer trabajar.
Las recientes declaraciones de Vicente Fox, quien se refirió de manera despectiva a los receptores de los actuales programas sociales, más allá del timing político en el que se inscriben, son compartidas por muchas personas, sobre todo de clases medias y pudientes, quienes las ven como algo que enaltece…
5.
… la pereza: ¡son mantenidos!, se dice en las redes sociales, en reuniones privadas, en sesudos análisis de sobremesa.
Pero hay otros datos, que contradicen esa tesis.
Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2023 (del Inegi), la mayoría de los mexicanos trabajamos entre 36 y 52 horas por semana. Pero quienes tienen jornadas de trabajo extremas -más de 74 horas semanales- conforman el porcentaje más alto entre quienes reciben programas sociales.
Es decir. No son sólo los ancianitos y los desempleados los que se benefician con las ayudas gubernamentales, sino en especial los que más trabajan,...
6.
… porque no completan con sus salarios.
Ojalá viviéramos en un país en donde ya se hubieran transformado las estructuras sociales que generan el asistencialismo. O que, al menos, tuviéramos robustas políticas públicas tendientes a mejorar la educación de las personas más vulnerables, para promocionar su propio desarrollo.
Pero todavía no estamos en Dinamarca.
La asistencia social, entonces, si bien parcial en la solución de los grandes problemas, y propicia para la manipulación de nuestros gobernantes, es necesaria, y quienes la reciben no son flojos por naturaleza.
7.
Cierre icónico.
La glocalidad consiste en pensar globalmente, actuando localmente (Roland Robinson, 1992).
Como hace unas semanas tuvimos temperaturas sobre los 45º centígrados en la región, no nos asombran las olas de calor que azotan a EUA, China y Europa, ni las extremas lluvias que han cobrado vidas humanas en España, Japón y Colombia.
El cambio climático, por más y que lo nieguen los escépticos, llegó para quedarse.
Nos urge una actitud glocal, en la que ampliemos nuestros horizontes revisando lo sucedido en el mundo, pero actuando en consecuencia desde el nivel doméstico.