“La política es mía, de nadie más”
Como si la política no oficial y la oposición fueran delito.
Crecen las descalificaciones y las amenazas a los adversarios, a los otros.
Luego de la violencia ejercida contra los manifestantes del 15 de noviembre, la presidenta Sheinbaum dijo que, a partir de eso, ya los convocantes a nuevas marchas irían “midiéndole”.
Las descalificación de la protesta de transportistas y campesinos que paralizó el lunes carreteras del país subió de tono.
Dijo la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez:
“No hay motivo para las movilizaciones y mucho menos para los bloqueos… salvo que respondan a motivaciones políticas contra nuestro gobierno”.
Después, la amenaza: “la afectación en vías federales es un delito… muchos de estos líderes tienen carpetas abiertas desde hace años”.
La Presidenta dijo luego que su secretaria no había dicho lo que dijo, pero lo dijo, tal como lo cito arriba.
La secretaria de Gobernación no entiende que su tarea es administrar la política, no desmovilizar la política que le es adversa.
De modo que hacer política, inducir protestas, hablar y portarse como oposición, criticar al gobierno, es algo que ella debe desautorizar y, llegado el caso, reprimir.
Hay presos políticos por la manifestación del 15 de noviembre.
Ahora hay amenazas de prisión para líderes de transportistas y organizaciones campesinas.
La prohibición de hacer política y de protestar contra el gobierno viene de un gobierno que es el dueño de la absoluta mayoría de la actividad política del país.
Es dueño de la Presidencia de la República, del Congreso, del Poder Judicial, de 23 gobiernos estatales, de las fuerzas armadas y hasta del crimen organizado, cuando hace falta frenar opositores como Carlos Manzo, en Uruapan.
Morena hizo su camino adonde está con manifestaciones y bloqueos de toda índole.
Sabe de la eficacia de la política disruptiva, pues ha sido su beneficiaria.
Sabe también del riesgo de que otros usen ese camino.
Niega entonces a otros el uso de la escalera por donde ella subió.
