Opinión

La reina roja en el Thyssen: una reina gris

Andrés Meza DETONA Madrid, España. – Con un título tan pretencioso y altivo como “La mitad del mundo: la mujer en el México indígena”, el Museo Thyssen-Bornemisza expone a la célebre “Reina Roja” de Palenque.
https://vimeo.com/1091496933

Con semejante promoción, uno esperaría encontrarse con una reina envuelta en esplendores y rodeada del fascinante universo maya al que perteneció esta noble del siglo VII, pero no.

Lo que hallé fue una exposición mínima, sin pena ni gloria.

Entiendo el enorme esfuerzo que implicó trasladar los aderezos funerarios de la señora Tz'aka'ab Ajaw, nombre atribuido por algunos a la "Reina Roja".

Sin embargo, verla empequeñecida en una sala diminuta, dentro de un museo de prestigio internacional y con una museografía prácticamente ausente, resulta decepcionante.

El equipo no consiguió traducir la idea curatorial en una experiencia visual, espacial y sensorial, se sale de la sala sin entender el propósito de la muestra.

La incoherencia narrativa y estética contradice el título grandilocuente que la encabeza, en el centro, un maniquí carente de gracia intenta representar a la reina sin lograr evocarla.

La disposición de las pocas piezas expuestas carece de jerarquía, iluminación y distancia adecuadas, encima, la circulación del público en el espacio reducido convierte la visita en una experiencia incómoda.

Además, el ego institucional se impone sobre el contenido.

Hay más información sobre las entidades que participaron en la exposición que sobre la propia "Reina Roja", cuya identidad —por cierto— sigue siendo motivo de debate arqueológico.

Algunos especialistas sostienen que fue la esposa de Pakal el Grande; otros, que pudo tratarse de su madre o de otra mujer de linaje real.

Los intentos por extraer ADN y compararlo con los restos de Pakal no han sido concluyentes, debido a la degradación del material genético.
 

Más allá del enigma, la "Reina Roja" existió realmente y hoy encarna el poder femenino en la civilización maya, recordando que las mujeres de entonces ocuparon posiciones destacadas.

Entre tanta parafernalia institucional, el detalle del color —uno de los más poéticos y significativos— ni siquiera se menciona.

¿Por qué roja? Porque cuando el arqueólogo mexicano Arnoldo González Cruz descubrió el esqueleto en 1994, estaba cubierto con cinabrio rojo, es decir, sulfuro de mercurio.

Y nadie dice nada al respecto.
https://vimeo.com/1115590494
https://vimeo.com/1115590526
https://vimeo.com/1015118818