La dolorosa derrota de Vidaurri del 29 de septiembre
Liberales, defensores de la Constitución de 1857 y las Leyes de Reforma, contra los conservadores, que buscaban mantener el poder de la Iglesia y un orden centralista.
En 1858, el país estaba dividido: el gobierno liberal tenía su capital en Veracruz con Benito Juárez, mientras que los conservadores dominaban la Ciudad de México.
Primero con Félix Zuloaga y posteriormente con Miguel Gregorio de la Luz Atenógenes Miramón y Tarelo. (Miguel Miramón).
Dentro de esta lucha, los conservadores buscaban mantener su dominio en el altiplano y el centro del país, mientras los liberales trataban de extender su influencia hacia el norte y occidente.
Desde enero de 1858, el gobierno de Juárez contó con el apoyo de los cuerpos de Guardia Nacional de Jalisco, Michoacán, Nuevo León, Coahuila, Guanajuato, Zacatecas, Aguascalientes, San Luis Potosí, Tamaulipas, Puebla y Oaxaca. Vidaurri liberal aun, controlaba el estado de Coahuila y Nuevo León, e iniciaba con el transcurso de los años un conflicto personal con Benito Juárez quien no permitía la intromisión de los contrarios a él en los asuntos nacionales, agravios que se recrudecieron años después: primero la expresión más seria de esas divergencias ocurrió cuando Vidaurri ordenó el retiro de los fronterizos (ejercito) en septiembre de 1859.
En consecuencia, Degollado lo destituyó de los mandos político y militar de Nuevo León y Coahuila.
Segundo cuando el Gobernador Vidaurri no enteraba a la federación del producto económico que generaban las aduanas, y esos recursos federales los invertía en el estado de Nuevo León y Coahuila.
La gente estaba feliz porque en Monterrey y en Saltillo se hicieron importantes obras.
Pero el presidente Juárez requería con urgencia los dineros de las aduanas para pelear contra los invasores franceses.
Don Santiago nunca se lo entregó y eso vino a ser uno de los motivos del rompimiento definitivo entre ambos personajes.
Algunas de las batallas más importantes y destacadas en ese periodo fueron, la Batalla de Salamanca, la Batalla de Silao, Batalla de Calpulalpan, el Sitio de Veracruz, y La Batalla que hoy nos ocupa efectuada en los llanos de Ahualulco, San Luis Potosí.
Camino hacia Zacatecas, Si bien las hostilidades habían comenzado desde el 25 del referido mes, fue el 29 de septiembre donde la lucha encarnizada se presenta entre las fuerzas liberales al mando del general Santiago Vidaurri, y las fuerzas del gobierno conservador al mando del joven “macabeo” Miramón.
Vidaurri regionalista de corazón organizo el ejército del Norte con armamento proveniente de Estados Unidos contando con más 3000 hombres, en su mayoría jefes norteños adscritos de Nuevo León y Coahuila, y Zacatecas, experimentados en combates de milicia y que hasta el momento no habían tenido gran contacto contra las fuerzas conservadoras.
Ambas fuerzas estaban en relativo equilibrio, los norteños contaban con una excelente fuerza de caballería de 1800 rifleros comandados por el general.
José Silvestre Aramberri y la infantería comandada por. Ignacio Zaragoza, lamentablemente según los biógrafos y algunos historiadores.
Señalan que los mandos a cargo del ejército rojo estaban un poco demeritados, ya que Santiago Vidaurri se nombró comandante en jefe y en vez de nombrar al experimentado y probado general Juan Zuazua como segundo de abordo lo relego y nombro al británico Eduardo H. Jordán.
En palabras de Miramón: el desarrolla el plan que apoyado por Márquez ponen en acción el día 28, Márquez ordena al general Taboada que con una fuerza de soldados ocupe un cerro de la lomas de Ahualulco lo cual se logra con la mínima intervención liberal, esto causa que los norteños se desplacen de su izquierda y para solucionarlo organizan un contra ataque que es frenado en seco por una carga de 3000 jinetes a la cabeza de Márquez y Mejía, obligando a los liberales de camisas rojas a retroceder, el choque es tan brutal que Mejía resulta herido, mientras el macabeo ordena que el fuego de la artillería se concentre sobre el intento de repliegue que pronto se concentra en fuga masiva.
Vidaurri y su segundo ni siquiera intentan reorganizar a sus tropas y huyen de la escena, Zaragoza logra salvar una pequeña parte de la artillería, pero la derrota es grave.
Se pierden 672 vidas, 96 prisioneros, 23 piezas de artillería, 3 carros de municiones, 113 carros de transporte 1163 rifles, 12,233 proyectiles y un número considerable de armas de uso equino, aunque algunas cifras varían según algunas crónicas.
Entre los heridos no de gravedad se dice, está el joven oficial Francisco Naranjo, por el contrario el ejército conservador solo tuvo 143 muertos y 201 heridos.
En el diario del coronel Manuel Valdés, que en 1913 publicó la Sociedad Mexicana de Geografía, refiere sobre este acontecimiento lo siguiente:
Dirán o escribirán cosas los que poco o nada vieron de lo que pasaba los días 27, 28 y 29 y los que no sabían el estado que guardaban nuestras fuerzas, pero lo cierto es que desde que amaneció el 29 todo era desorden y confusión y que de nuestra fuerza total no se batió la quinta parte de ella.
Los responsables de la derrota son el señor Vidaurri y su segundo en jefe en la acción don Eduardo Jordán, a cuya supuesta pericia el señor Vidaurri fijó la existencia de todo el ejército.
Llegaron los momentos críticos y se vio que ni el General en Jefe ni su segundo eran para el caso.
Los primeros que causaron el desorden fueron estos dos señores y abandonaron precipitadamente el campo sin hacer el más leve esfuerzo por contener u organizar a los que se retiraban.
Aramberri y Zuazua y muchos otros hicieron personalmente prodigios de valor, pero no fueron apoyados.
A partir de este momento, la división y el recelo entraron a las filas del Ejército del Norte.
Por un lado, Juan Zuazua y Julián Quiroga mostraron su fidelidad al liderazgo regional de Santiago Vidaurri en el norte, mientras Ignacio Zaragoza, Mariano Escobedo, Silvestre Aramberri y Lázaro Garza Ayala, optaron por respaldar el proyecto nacional que encabezaba el presidente Benito Juárez en su lucha contra los conservadores.
Por otra parte en el parte de guerra enviado por el General Vidaurri, este se queja de la traición a la causa liberal del comandante general de artillería.
Lauro Núñez, quien asegura le fue notificado por el jefe de división Juan Guerra que diversa artillería se encontraban extrañamente inutilizada en el contexto de la batalla.
Señalando al mismo Núñez como la persona desleal y servil en los momentos decisivos de la batalla.
Ante tal descalabro Vidaurri por prudencia, decidió abandonar la plaza.
Sabedor de que el ejército de Miramón además contaba con recursos de inteligencia que delataban los movimientos de táctica militar.
Fue un fuerte revés para Vidaurri, y los suyos quien debió replegarse al noreste.
Quizás estuvo meditando en su hacienda de la mesa de cartujanos totalmente abatido.
Ya que rompió con la línea ascendente del militar lampacense que se había mantenido hasta ese momento.
Aunque la derrota liberal en Ahualulco debilitó momentáneamente al movimiento, Vidaurri siguió siendo un actor clave en el norte y más adelante jugaría un papel ambiguo, poniéndose a disposición al Imperio de Maximiliano de Habsburgo.
Tiempo después una vez restablecida la República, el caudillo. José Santiago Vidaurri y Valdez, no se acogió a la amnistía ofrecida en voz de Porfirio Díaz, y fue aprehendido el 8 de julio de 1867 en la ciudad de México, y fusilado en la plaza de Santo Domingo.
Vidaurri sin duda alguna fue el principal promotor de la industria y uno de los grandes gobernadores que ha dado Nuevo León.
Bibliografía
- El Ejército del Norte. Coahuila durante la Guerra de Reforma 1858-1860. Lucas Martínez Sánchez
- Santiago Vidaurri. Los Héroes saben morir a tiempo. Francisco J. Chapa Góngora.
- Qué crees que pasó. Periódico El Regio. Leopoldo Espinosa Benavides. GENERAL JUAN ZUAZUA: EL HIJO DE LA FONTERA Y EL SOLDADO DE LA REFORMA. Eduardo Cazares Puente.
- RELATOS E HISTORIAS EN MEXICO. Gerardo Díaz Flores.
- SANTIAGO VIDAURRI. La formación de un liderazgo regional desde Monterrey (1809–1867). Jesús Ávila Leticia Martínez, César Morado.
- Santiago Vidaurri. El poder en los tiempos de cólera. Los hombres de Nuevo León.
- Las fuerzas armadas durante la Guerra de Reforma (1856-1867). Conrado Hernández López.