SIN CENSURA

¿Podría ocurrir un apagón eléctrico en NL similar al de España?

Eloy Garza DETONA: Ayer le pregunté a un alto directivo de la CFE si en Nuevo León podría pasar un apagón masivo como el que sucedió en España.

Dado que este directivo es amigo mío, y lo que me confesó es delicado, me pidió no revelar su nombre. 

A este apagón que sucedió en España se le conoce como “Cero eléctrico”.

Es un fenómeno que difícilmente ocurre, porque implica la suma de múltiples factores, pero no es imposible.

Y no se trata necesariamente de un sabotaje ni de alguna otra teoría conspirativa. 

Se trata de un problema técnico de gran magnitud.

Por supuesto, demuestra la tremenda fragilidad de las redes eléctricas españolas, y también de las mexicanas, aunque son de naturaleza distinta. 

—¿Qué causó el apagón español? —le pregunto de entrada a mi amigo, y su explicación la sintetizo así: un exceso de energía solar (13,310 MW, que representa poco menos de la mitad de la demanda total en España). 

Eso, más la interrupción de sopetón de exportaciones eléctricas a Francia (2,500-3,000 MW), desató una sobrecarga.

Entonces, la red española tronó.  

¿Podría suceder lo mismo en Nuevo León?

Mi amigo me responde que no.

Es decir, los cortes de electricidad que hemos sufrido en nuestro estado se deben a otros motivos, igualmente graves. 

Aquí, el sistema eléctrico, operado por la CFE y el CENACE, está obsoleto y burocratizado. Así de simple. 

Son más de 7,000 MW, en sus picos de demanda, los que consumen grandes empresas como Kia y Ternium.

Y la red eléctrica que lo sostiene es un desastre heredado de la nula inversión y la corrupción de Manuel Bartlett. 

Si España sufrió esta crisis reciente por un exceso de energía renovable, en México no hemos logrado integrar fuentes de energía renovables.

En cierta forma, qué bueno. 

Me dice mi amigo que la energía solar representa en México menos del 10% de la generación nacional, y en Nuevo León, la dependencia de centrales de ciclo combinado alimentadas por gas natural (que cubren casi el 70% de la electricidad) no pinta para un buen panorama futuro.

Si el apagón español se dio porque la red no pudo manejar un exceso de energía atrapada, aquí en Nuevo León el riesgo no es la sobreproducción solar, sino un sistema ya obsoleto. 

Yo recuerdo que viví un milagro (otros dirán que fue pura causalidad) cuando, en febrero de 2021, leía en mi cama la entonces recién publicada novela de Don DeLillo, Silencio, una obra maestra. 

DeLillo es el más grande escritor vivo de EUA, y su novela trata de un apagón eléctrico en todo su país.

Y de pronto, mientras leía esta joya de la literatura, se fue la luz en mi casa.

¡Vaya casualidad!  

El origen de este fenómeno se dio en Texas, por culpa de una tormenta que cortó el suministro de gas y nos dejó a todos los regiomontanos a oscuras. 

Estos desastres no son casualidad: son resultado de una red eléctrica obsoleta, incapaz de soportar la demanda industrial.

Nuestra infraestructura está vieja, desbarajustada.

Nuestra red eléctrica recibe menos inversión que cualquier país desarrollado.

Las líneas de transmisión en el norte, donde se concentra Nuevo León, necesitan algo más que una reparación o una manita de gato. 

Una sola línea afectada puede desencadenar un desastre de proporciones mayúsculas. 

Y lo peor —como he señalado en varios artículos (y así seguiré, aunque nadie me pele)— es que dependemos enfermizamente del gas natural.

El 60% de nuestra electricidad es generada por centrales de ciclo combinado, por lo que cualquier interrupción en el suministro de gas texano (como pasó en 2021) nos dejarán sin luz por días o acaso semanas. 

No exagero.

La falta de diversificación energética es una falta grave de la CFE.

En Nuevo León, la capacidad solar es mínima, sin sistemas de almacenamiento o regulación, por lo que un incremento futuro en energía verde podría colapsar completamente la red. 

¿Tiene la culpa el CENACE (Centro Nacional de Control de Energía)?

Sin duda alguna. 

Al igual que en España —dice mi amigo—, la CENACE es incapaz de prevenir crisis de ese tamaño.

Sus protocolos de “arranque negro” (así le dicen los expertos) existen, pero la operación es lenta y sin coordinación. Este mal “arranque negro” pasó en España y puede pasar en Nuevo León.

Es más, ya nos ocurrió con los apagones recientes. 

De manera que, si aquí no sufrimos el riesgo de un apagón por exportaciones interrumpidas, como en España (porque nuestra energía la consumimos localmente), la alta demanda industrial puede llevarnos al colapso ante cualquier pico de consumo, falla técnica u otra crisis de suministro.

Entonces viviremos lo mismo que los personajes de Silencio, la gran novela de Don DeLillo. 

¿Qué podríamos hacer los simples mortales más que leer con una vela en la noche para serenarnos de nuestra inminente desgracia?
Eloy Garza

Es abogado, maestro en Letras por la UNAM y máster en Tecnologías de la Información por la Universidad Oberta de Cataluña. Escribe para diversos medios de comunicación.