Un fantasma recorre el mundo, es la generación Z
Ante las reacciones iracundas, desesperadas cuanto inútiles, de ataques de los transgénicos y la narratocracia (dignos herederos de los intelectuales orgánicos y de los comentócratas) para eliminar, alejar o exorcizar a este fantasma, hoy se están gestando en estos amanuenses arremetidas, agresiones y ataques de todo tipo.
Para ilustrar, al hablar de generaciones, se preguntan:
- ¿cómo una fecha de nacimiento puede definir algo?
- ¿es usar acaso un caleidoscopio?
- ¿qué son, adivinos?
Argumentos, entre otros más, que se usarán y que se están distribuyendo para realizar bomberazos en contra del movimiento de la generación “Z” y del sombrero, argumentos que demuestran la rusticidad y ruindad de los intelectuales transgénicos y la narratocracia.
Una acotación sobre el pasado:
es la misma reacción de estos como la de los intelectuales orgánicos y comentaristas (los comentócratas de hoy) del siglo pasado sobre la rebelión juvenil mundial del siglo XX.
Algunos intelectuales orgánicos y comentaristas se opusieron al movimiento del 68, criticándolo como comunista y subversivo, o negando su participación en él.
Por ejemplo, personalidades como Víctor L. Urquidi, presidente de El Colegio de México, emitió un comunicado negando cualquier apoyo al movimiento y al CNH.
A lo largo de los acontecimientos, Gustavo Díaz Ordaz, quien veía con desdén y temor a los intelectuales, se encargó de hacer saber a la sociedad y a sus colaboradores que él era, desde una perspectiva autoritaria, el único depositario del poder.
Salvador Novo:
Quien en 1965 había sido nombrado Cronista de la Ciudad de México, apuntaba a través de sus columnas semanales en la revista Hoy y en El Heraldo de México su opinión en el sentido de que los estudiantes estaban siendo manipulados por intereses y fuerzas oscuras que tan solo anhelaban la destrucción por sí misma.
Son “instrumento ciego de consignas oscuras”, señaló:
“Prometo continuar mis trabajos con ferviente anhelo, para así sumarme a las tareas de un país que ve en usted, señor Presidente, al guía que infatigablemente realiza, en todos los campos de la vida nacional, los sueños redentores de la Revolución.”
Elena Garro:
Acusaba a muchos intelectuales de ser los responsables directos de haber contaminado con sus ideas extranjerizantes y textos sediciosos e infamantes a la sana juventud nacional que virginalmente se preparaba para hacer su entrada a la modernidad.
Ya empezamos a ver las reacciones vitriólicas y acomodaticias de los transgénicos y los narratócratas, quienes desde las mieles y ganancias de estar con el poder ponen al descubierto que están en contra de Sheinbaum; le corren el toro al revés, le dan información falsa o mal asesoran, pues escuchan y siguen las voces y directrices a favor de los antiguos jefes.
Por eso es preciso recordarles que el concepto moderno de "generaciones" se cimenta en la edificación.
Desde Auguste Comte, José Ortega y Gasset, Antonio Gramsci y Karl Mannheim, el concepto de “generación” ha sido un tema relevante en el análisis de las ciencias sociales y humanidades.
Como metáfora de la cimentación y edificación social del tiempo a través de generaciones, este concepto ha sido una de las categorías más influyentes, no solo en el debate teórico, sino también en la praxis política de la función pública y de la investigación sobre el pensar, actuar, deseos y aspiraciones de la juventud.
El corolario sobre este concepto es: poblaciones similares que comparten experiencias, creencias, actitudes culturales, eventos políticos, históricos y tecnológicos, lo que influye en sus valores y comportamientos.
Se definen por el periodo de nacimiento, generalmente de 20 a 30 años, y cada una se diferencia por las condiciones en las que crecieron.
Hay que advertir que, no obstante que el término “generaciones” ha sufrido usos y abusos, sus resultados en usos y costumbres están bien arraigados en el contexto europeo, asiático y americano.
Durante el esquema construido entre dos guerras mundiales y continuado durante la guerra fría, ha tenido importancia en los debates ideológicos y políticos de todas las regiones.
La caracterización del fantasma de la generación “Z” por los intelectuales transgénicos y la narratocracia es el reduccionismo bobalicón, afanoso y rústico, aplicado a este movimiento de la generación Z, donde el conocimiento de lo complejo debe darse coactivamente a través de sus componentes más simples, o que un sistema complejo solamente puede explicarse por la reducción hasta sus partes esenciales.
El intelectual posmoderno, caracterizado por una desconfianza amarga hacia la irracionalidad, a veces cínica, sin conocimiento y profundamente filistea hacia las llamadas “grandes narrativas” que buscan explicar el mundo, terminó generando su propia gran narrativa, reemplazando el viejo reduccionismo físico-biológico por uno nuevo político-social.
La simpleza es la enemiga del entendimiento.
Es la reducción de la realidad a eslóganes manejables, a narrativas de buenos y malos, de "nosotros" contra "ellos".
Este pensamiento simplista, a menudo explotado por las élites políticas, nos empobrece intelectualmente y nos hace vulnerables a la manipulación.
Nos impide ver los matices, las contradicciones y las interconexiones que definen nuestro mundo.
La realidad es caótica, matizada y, a menudo, paradójica; intentar encajarla en moldes simples es un ejercicio de autoengaño con consecuencias nefastas y destructoras.
El reduccionismo bobalicón, afanoso y rústico, es usado por los intelectuales transgénicos y la narratocracia del poder, aplicado a este movimiento de la generación Z, donde el conocimiento de lo complejo debe darse coactivamente a través de sus componentes más simples, o que un sistema complejo solamente puede explicarse por la reducción hasta sus partes esenciales.
Es más fácil sentirnos seguros en una narrativa donde hay héroes y villanos, que enfrentar la complejidad del mundo en que vivimos.
Pero esa facilidad tiene un costo: la pérdida del rumbo, del contexto, de la verdad.
Sin duda, la aparición espectral del fantasma tomó por sorpresa ya a las derechas e izquierdas.
Viene a plantearles un gran reto, ya que se enfrentan a una situación inédita, compleja, autogestora y tecnológicamente avanzada, y lo que presenciamos es que están perdiendo la batalla política, cultural y humana en los espacios de la juventud.
Hoy estamos viviendo el arribo de nuevos enjambres de humanos que aparecerán y saldrán de cualquierotro rincón del planeta, que atenderán ideas, pensamientos y conductas que vendrán de cualquier otra parte, menos de los intelectuales orgánicos y transgénicos, mucho menos de la comentocracia y la narratocracia.
La generación “Z” es el nuevo fantasma que recorre al mundo y viene a plantearnos que es imprescindible aprender a comprenderla, entenderla, cuestionarla y estudiarla, fuera de los marcos ideológicos que secuestran las ideas y las miradas plurales, realizarlo con un enfoque dialéctico con perspectivas analíticas, críticas y reflexivas, alejadas de los fracasos de las interpretaciones y acciones de las generaciones anteriores.
Sobre el qué, el cómo y el de dónde de esta espectral generación Z, el Instituto Ciudadano de Estudios Estratégicos (INCIDE) presentará la segunda quincena del mes de noviembre un artículo específico sobre esta generación “Z”.
Por lo pronto, veremos algunas características:
- Brevedad e informalidad: Acostumbrados a plataformas como TikTok, Instagram y Snapchat, la comunicación de la Gen Z es a menudo breve, directa e informal.
- Es la primera generación que extirpa del imaginario la necesidad de difusión mass mediática. Han borrado del mapa eso de que “si no sale en los medios no existe”.
- Autogestionan su existencia a través del uso de plataformas para organizarse políticamente, como Discord, una plataforma de gamers, y luego TikTok y otras.
- Hasta ahora poseía apariencia de una falta de sensibilidad social. Pero a partir de ahora habrá que tenerle más atención, cautela y análisis a esta generación, según los últimos hechos. Quiere ir a la lucha, tiene momentos de radicalización, posee demandas que emanan de la solidaridad por sus semejantes; está harta de denuncias sin atención ni solución.
- El poder económico, político y sus agencias tenían durante años una descripción equivocada de la “Z”, como un apacible actor apolítico, muy apegado al teléfono y a los scrolls infinitos, siempre si se hacía la comparación con la rebeldía boomer y sus pasos pletóricos de rebeldía.
- Otra visión era que la “GZ” era una generación sin demandas, que podía tolerar y sufrir las peores agresiones de la economía neoliberal o la arbitrariedad política del poder, y planeaban que, dadas sus condiciones sociales, económicas y políticas, siempre iba a permanecer manejable, sumisa, sin alteraciones ni acciones colectivas, que privilegiarían su individualidad y elegirían permanecer en su burbuja de cristal.
- El símbolo que toman es el animé, que significa infundir ánimo o energía moral a alguien: alentar, incitar, estimular, avivar, alegrar, exhortar, espolear, empujar, infundir, inyectar. Es la tenacidad, la terquedad por conseguir lo imposible. Se reinventa sobre su estética casi infantil, que pasó desapercibida y desorientó a los numerosos scanners ideológicos.
- Quienes los siguen, aunque ellos son los principales convocantes, no son solamente una generación de estudiantes. Se les han sumado ingentes masas de jóvenes trabajadores, informales y desempleados; se les han unido también. Pero no reconocen la idea de “éxito” de las ideologías que dirigen nuestra era.
- No están adheridos a movimientos políticos o activismos conocidos, ni a partidos políticos, ni tienen como objetivo último convertirse en alcaldes o diputados. No se quieren ubicar de un lado u otro de la lucha de imperios que se vive hoy en la geopolítica mundial.
- No toleran el servilismo, las retóricas y narrativas vacías y el oportunismo del ambulantaje partidista.
- Parece muy claro que la generación Z no ve la diferencia entre las izquierdas y las derechas. Ve a la izquierda como “más de lo mismo”, como parte del establishment político y no como una ruptura con éste. Se distancian de la generación anterior, que rápidamente acomodó su rebeldía a los cargos burocráticos y a los platós de TV con un pulido discurso ideológico.
- La caída del índice de natalidad y el alargamiento de la esperanza de vida media, junto con el envejecimiento de las poblaciones, conllevan a nuevas desigualdades respecto a la relación de la gente con el mundo del trabajo y la división de los recursos públicos entre generaciones.
- Sin duda alguna, las fuerzas del poder y las fuerzas imperialistas intervienen con frecuencia para provocar y moldear estas protestas, pero sería inexacto considerarlas únicamente como el producto de una intervención externa.
Hay que reconocer que, como en la historia de la humanidad, aparecen nuevos protagonistas, a los que dialécticamente hay que entender, comprender y unirnos.
Proponemos a los “intelectuales sin adjetivos” que realicen un esfuerzo extraordinario: el de cambiar la forma de entender y comprender la realidad o serán excluidos y lanzados a un espacio dedicado a los recuerdos en la nube.
