15N: la marcha del resurgimiento

Rogelio Ríos DETONA® La primera sorpresa que tuve al revisar la cobertura mediática de la Marcha Z o Marcha de la Generación Z, que en adelante nombraré como 15N, fue la cantidad de ciudadanos que salieron a las calles de la CDMX y a otras 50 ciudades del país.
https://vimeo.com/1091599378

No la medí en miles o cientos de miles de personas, sino en la intensidad con que decidieron marchar en un momento en que el desmantelamiento del gobierno de contrapesos y la ausencia de rendición de cuentas del gobierno nacional morenista alcanza su punto cumbre, del cual, esperamos, iniciará su contención y descenso.

Ante tanto desánimo que he visto en la sociedad civil, muchos amigos y conocidos, ante la imagen de fuerza imparable de Morena, habían decidido, con resignación, retirarse a las actividades privadas y dejar el terreno libre a la destrucción morenista.

A partir del 15N, la resignación comienza a desaparecer.

Después de un año en su cargo, Scheinbaum no logró contener los problemas de inseguridad que son la pesadilla de los mexicanos: extorsiones, homicidios, desapariciones, control de territorios por el crimen organizado, por nombrar algunos.

Cuando el discurso y la retórica se disipan en escasos o nulos resultados, emerge con toda fuerza el descontento y la vehemencia ciudadanas que reclaman a los gobernantes su ineptitud y corrupción.

Ante este embate de la sociedad civil, no se les ocurrió nada mejor a la presidente Claudia Scheinbaum y a Clara Brugada, Jefa de gobierno de la CDMX que desatar la furia de la policía capitalina que, a toletazos y granadas de las lacrimógeno, arremetió con brutalidad contra algunos de los manifestantes.

El pretexto fue el ataque a las vallas metálicas que rodeaban al Palacio Nacional por parte de un grupo de provocadores ajenos a la Marcha del 15N.

Desde mis días de estudiante en la CDMX, cuando gobernaba el PRI, recuerdo que el viejo método de sembrar provocadores en las marchas de protesta, entonces encabezadas por organizaciones de izquierda, funcionaba a la mil maravillas para justificar la violencia policiaca.

La represión del 15N derrumbó el mantra morenista, repetido hasta el cansancio por López Obrador, de que “nosotros no somos represores, no somos iguales”.

Lo que sigue ahora desde los gobiernos morenistas es garrote duro y macizo contra quienes se atrevan a salir a las calles capitalinas, lo cual, por supuesto, no frenará a los futuros manifestantes.

No me extraña que eso ocurra, pues la escuela política de López Obrador y seguidores de su primer círculo, la mayoría de ellos incrustados en el actual gobierno nacional, fue el PRI, en el cual militó durante varios años Andrés Manuel.

El significado del 15N es, sin embargo, mucho más elevado que la represión policial. 

Ante el cúmulo de acciones y estrategias para apoderarse de casi todo el aparato de Estado, poblarlo de incondicionales y utilizarlo en el control político de la sociedad, la salida de miles de ciudadanos a las calles es un símbolo de que la resistencia civil no se agotó.

Al contrario, el ímpetu ciudadano ha despertado de su letargo.

A buena hora y justo a tiempo para aprovechar el momento de mayor vulnerabilidad del gobierno nacional, su debilidad ante el crimen organizado, su política de encubrimiento de la corrupción morenista y su vulnerabilidad extrema ante los Estados Unidos.

Cuando un gobierno avasalla a todos y parece más fuerte que nunca, siempre hay una chispa que derrumba su fachada y exhibe su verdadera naturaleza, una combinación tóxica de autoritarismo y corrupción.

Tengo un sombrero en casa que me traje de Michoacán en un viaje que hice hace unos 20 años, a la bella Morelia, Pátzcuaro, Janitzio y los pueblos intermedios.

 

Quién me diría que el sombrero lo usaré, después de años de estar guardado, como símbolo de resistencia civil en honor de Carlos Manzo, alcalde de Uruapan asesinado el día 1 de noviembre.
https://vimeo.com/1115590494
https://vimeo.com/1115590526
https://vimeo.com/1015118818
Rogelio Ríos Herrán

Egresado de la Licenciatura en Relaciones Internacionales por El Colegio de México (1981)  y desde 1994 se ligó a los medios de comunicación como comentarista y productor en Radio Nuevo León y la televisión pública y colaborador y columnista en periódicos en Nuevo León y Arizona y Georgia, en Estados Unidos. Durante más de 18 años se desempeñó como editor de opinión en el periódico El Norte (Grupo Reforma), en donde además durante 15 años fue un editorialista regular con análisis sobre coyuntura de política internacional, Estados Unidos y asuntos mexicanos. Desde 2019 y hasta 2021 colaboró en Grupo Visión de Atlanta, Georgia, y condujo el programa radial Un Café Con Atlanta.