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Claudismo: subordinación e ineptitud

Sergio Negrete DETONA: El ejemplo más reciente son los futuros miembros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, con la propia Claudia Sheinbaum atizando el encono sobre quien la presidirá.
Tras ocho meses el claudismo cobra forma: es el obradorismo sin la cohesión política y con aún mayor ineptitud.

Andrés Manuel López Obrador acertó al dejarla como su heredera.

Desde Plutarco Elías Calles con Pascual Ortiz Rubio, hace ya casi un siglo, no llegaba a Palacio Nacional alguien tan dispuesto a la obediencia, a no enfrentar y mucho menos sacudirse a su antecesor.

Sheinbaum ha sabido cumplirle a quien le heredó la banda presidencial, al mismo tiempo fallándole a los millones que votaron por ella.

Uno de sus amos es AMLO, el otro es el pueblo mexicano.

Era imposible servir a los dos, y la presidenta ha resuelto que debe quedar mal con el segundo.

Un problema es que Claudia heredó la corona pero también poderosos señores feudales, un reino fragmentando.

Los liderazgos en las Cámaras legislativas le deben, como ella, todo al tabasqueño, aparte de ser encabezadas por políticos que, a diferencia de la presidenta, desarrollaron sus largos colmillos por su lado.

En la farsa de las corcholatas, AMLO compró la paz interna empoderando a quienes serían los seguros perdedores con suculentos premios de consolación que la ganadora no se ha atrevido a quitarles.

Lázaro Cárdenas purgó el aparato gubernamental de callistas, empezando por el gabinete, y acabó subiendo al expresidente a un avión con destino a Estados Unidos.

López Portillo terminó mandando a todos los echeverristas que heredó de embajadores, aparte también desterrando a su antecesor a destino diplomático, famosamente incluyendo las Islas Fiyi.

En el claudismo son escasos los claudistas, dado que la más orgullosa obradorista es la propia presidenta.

Los señores feudales del obradorismo son muchos, y la presidenta no sabe cómo, o no se atreve, a enfrentarlos.

El caso más reciente es la CNTE, que no titubeó en paralizar a la Ciudad de México.

Quien se ostenta como heredera de movimientos antigubernamentales considera el uso legítimo de la fuerza del Estado como una acción represora.

Claudia está así atrapada en su propia narrativa juvenil.

Su padre político supo explotar a fondo la reticencia gubernamental al uso de la fuerza, pero al mismo tiempo cooptó o alineó a quienes podían retarlo una vez en la presidencia.

Claudia no conoció las calles más allá de la pancarta y el discurso placero, pero ignorante de las fuerzas potencialmente destructivas que alimentaba AMLO y que ahora, con ferocidad, le exigen lo que su gobierno es incapaz de entregar: más dinero y más poder.

Al parecer creyó que heredaba un aparato monolítico que le sería tan leal como ella al tabasqueño.

Pero Morena es una federación de tribus y facciones que ella no está dispuesta a tratar de controlar, en parte porque implicaría enfrentarse con López Obrador.

Atodo ello se agrega otro de los sellos del sexenio anterior: la falta de recursos mezclada con la corrupción desaforada y la ineptitud.

De la compra de medicamentos al cierre de los museos, pasando por la falta de agua en el aeropuerto capitalino, a la presidenta se le desmorona el país.

El obradorato logró lealtad colocando en puestos de responsabilidad a ignorantes arribistas, despreciando la capacidad y meritocracia.

Así sigue el claudismo, y el ejemplo más reciente son los futuros miembros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, con la propia Sheinbaum atizando el encono sobre quien la presidirá.

La subordinación mezcla muy mal con la ineptitud, pero son las dos grandes marcas del claudismo.
Sergio Negrete Cárdenas

Doctor en Economía y Maestría en Economía Internacional por la Universidad de Essex. Diplomado en Política Exterior de Estados Unidos por la Universidad de Maryland. Licenciado en Economía por el ITAM y en Ciencias de la Comunicación por la UNAM. Trabajó en el Fondo Monetario Internacional. Ha sido Profesor en varias universidades de España y México, destacadamente la Universidad Pompeu Fabra y la Escuela Superior de Comercio Internacional en Barcelona, y en México en el ITAM, UNAM, ITESO, la Escuela de Periodismo Carlos Septién y la Universidad de las Américas en Puebla. Es columnista de El Financiero y de Arena Pública, además de que contribuye en otros medios impresos y electrónicos. Su podcast semanal, Econokafka, trata temas de economía, historia, política y libros. Colaboró por varios años con el grupo británico The Economist sobre temas relacionados con México, y es analista de Oxford Analytica. Fue reportero y columnista por varios años en el periódico El Economista.