SIN CENSURA

¿Cuál fue el saldo de la elección judicial de ayer en NL?

Eloy Garza DETONA: Este artículo no dejará contento a nadie. O al revés: dejará ofendido a todo el mundo por igual.

De entrada, todos los analistas políticos partieron de una falacia: centraron sus críticas en los llamados acordeones para votar. 

¿Cómo va?

Lo que no está prohibido, está permitido.

Nunca ha estado prohibido en México llevar apuntes a la casilla electoral.

Dicho de otro modo, siempre se ha permitido llevar un acordeón para sufragar. 

Es una práctica que no se realiza porque, por lo general, los electores nos guiamos no por candidatos, sino por siglas o colores partidistas.

Eso nos facilita la tarea de optar por uno u otro candidato. 

En cambio, en la elección judicial de ayer no había siglas ni colores con qué orientarnos.

Sólo números y más números para poner en cuadritos. 

Tampoco el enfoque de baja afluencia de votantes implicaría un fracaso para la elección de juzgadores de la judicatura federal, añadiendo las judicaturas locales en 19 entidades (donde no estaba incluido Nuevo León).

No había un mínimo de sufragios que fuera vinculante para legitimar esta elección.  

Insistir con ese enfoque fue una pérdida de tiempo para los analistas políticos, es decir, para la comentocracia mexicana. 

¿Entonces, en qué sí debimos enfocarnos?

En el conteo de esos pocos o muchos votos (que ahora sabemos fueron pocos). 

Por ejemplo, la tarea de los observadores comenzaba a la hora de consignar que se abrieron las 80,000 casillas y concluía a la hora de cerrarlas. Impugnar es cargar la piedra de Sísifo para los candidatos que se sintieran agraviados por actos contrarios a sus derechos, porque no existió la figura del representante. 

Los 300 consejos distritales no tienen personal suficiente para contar, subir los resultados a las computadoras y luego volver a contar los votos al término de los 10 días establecidos por ley.

De hecho, no cuentan con espacio suficiente para resguardar tanta boleta electoral.

En la elección de 2024 se valieron de un millón y medio de personas para el cómputo de votos.

Ahora no hay ni la tercera parte de ese personal. 

¿Entonces no se debió hacer esta reforma judicial?

Lamento informar que sí.

El Poder Judicial en México es inmundo; un nido de corrupción, a pesar de la profesionalización de sus juzgadores.

Lo viví y sufrí en carne propia, mi familia y yo. 

¿Cambiará para bien el Poder Judicial tras la elección de ayer?

No. Los tiros deben apuntar a otro lado.

Tenemos cinco jueces por cada 100,000 habitantes.

Costa Rica tiene 25 jueces por cada 100,000 habitantes.

De ese tamaño es la gravedad del problema. 

A mí me gusta poner películas como ejemplo de mis argumentos.

Una película mítica se titula Matar a un ruiseñor (1962).

El abogado de un pueblo decide defender a un negro acusado falsamente de asesinato.

Presenta todas las pruebas para declarar inocente al procesado.

Sin embargo, la presión de los vecinos (todos racistas) del pueblo lleva al jurado y, por ende, al juez a declarar culpable al negro. 

¿Hubiera cambiado la sentencia el juzgador si su cargo se le confiriera por voto popular?

No. Muy probablemente habría sentenciado lo mismo.

Y es que no es lo mismo la justicia popular o mayoritaria que la igualdad ante la ley.

Son cosas diferentes.

Y lo que debe prevalecer es la igualdad ante la ley. Punto. 

En conclusión, la reforma judicial en México sigue pendiente.

Además, falta la reforma a las fiscalías.

Si sólo se reforma una parte, seguirá trunca la impartición de justicia en México.

Un círculo vicioso de nunca acabar, porque, salvo honrosas excepciones, las sentencias se venden y los juzgadores se alquilan.

Hoy, al despertarnos después de la elección judicial, el dinosaurio todavía estaba ahí.
https://vimeo.com/1089261994
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Eloy Garza

Es abogado, maestro en Letras por la UNAM y máster en Tecnologías de la Información por la Universidad Oberta de Cataluña. Escribe para diversos medios de comunicación.