El vino en lata: ¿irreverencia o evolución?
Por eso el vino en lata sorprende, incomoda y fascina, para muchos, sigue siendo un sacrilegio: “¿cómo meter algo tan noble en el mismo envase que una soda?”. Para otros, es la entrada perfecta al mundo del vino: práctico, fresco, portátil y mucho menos intimidante.
El auge de las latas responde a nuevas formas de consumo:
- Conveniencia: fáciles de llevar a un picnic, concierto o carne asada sin cargar con botella, sacacorchos y copas.
- Sostenibilidad: la lata es más ligera y más fácil de reciclar que el vidrio.
- Porción controlada: permite beber una medida justa sin abrir toda la botella.
- Juventud y estética: conecta con generaciones que priorizan lo práctico y disfrutan lo “instagrameable”.
En Monterrey, donde la carne asada es religión y el calor exige frescura, el vino en lata puede ser un gran aliado. Un blanco frío o un rosado burbujeante en lata tiene todo el sentido del mundo para acompañar una botana casual, una tarde en Chipinque o un after sin complicaciones.
Acá te comparto algunas recomendaciones si estás por experimentar esta tendencia:
- Escoge añadas recientes: si bien, la lata permite conservar el vino, en la mayoría de los casos no se añaden conservadores, por lo que el vino mantiene su envejecimiento natural.
- Sírvelo fresco: la temperatura será un factor fundamental aquí. La lata permitirá que se “caliente” más rápido, por lo que necesitará frescura para mantener su carbonatación.
- No lo agites mucho: como la cerveza, el vino en lata tiene carbonatación, al momento de agitarlo, puede explotar o bien, reducir el tiempo de burbuja que tendrá tu vino.
¿Es lo mismo que descorchar un Gran Ricardo o un Rioja de guarda? Por supuesto que no, pero tampoco busca serlo.
El vino en lata no quiere sustituir al vino tradicional, sino abrir nuevos momentos de consumo. Democratizarlo. Sacarlo del pedestal para llevarlo al parque, a la playa, a la terraza de los martes.
Porque al final, el vino no vive en la botella: vive en la experiencia. Y si una lata logra que más gente brinde, descubra uvas y se quite el miedo, quizá no es irreverencia. Quizá es evolución.