Gabo en el "Camarón Norteño"
A lo que nos cruje, Chencha.
Septiembre 2002, recibo invitación a un evento de la entrega de los premios Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, auspiciado por CEMEX.
Una amiga me pidió que la acompañara pues no quería ir sola, total acepté y vamos a dicho evento.
Fue una decisión acertada aunque en ese momento no sabía por qué.
Llegamos al evento y con copa de burbuja en mano saludamos a amigos.
En una de esas me quedé solo y ¡oh sorpresa! de pronto van llegando Gabriel García Márquez y su querida Gaba, como el le decía a su esposa.
Saludé al afortunado chofer que le asignaron y a quien conocía porque era el gerente del entonces Hotel Fiesta Americana.
Al iniciar la charla con Gabo, sin saber su historia literaria completa, centramos la plática en su obra maestra “Cien años de soledad”.
Claro, yo con reservas porque no quería “rebuznar” y al peguntarle acerca de su obra “Doce cuentos peregrinos” me respondió: "he vivido muchos años en Europa y algo tenia que hacer y lo que sé hacer es escribir y me dicen que lo hago muy bien". (De seguro intuyó que no conocía muy bien su obra literaria, jajaja).
Entonces le comenta su afortunado chofer: "Juan es nuestro proveedor de camarón y pescado y además tiene un restaurante de mariscos, ´El Camarón Norteño”.
"LOS INVITO AL ´CAMARÓN NORTEÑO"
Ahí aproveché y les corrí la invitación a comer.
Comentó Gabo que su dieta era a base de pescado, debido al tratamiento que seguía por el cáncer linfático que lo aquejaba en ese momento.
Obvio, esta plática sucedió en 5 minutos pues era requerido por todos lados en el evento.
Me despedí de ellos sin antes volverle a reiterar la invitación a comer.
Pensé que ni en sueños aceptarían mi invitación por su apretada agenda y múltiples invitaciones.
Al día siguiente un sábado a las 2:30 pm, estando con amigos en una comida en el restaurante, me dice mi buen amigo Sergio: "Oye Cabrón, ¿ya viste quien llegó?" - No. Contesté.
¡Era García Márquez!
Sorprendido, raudo y veloz fui a saludarlo a él y a su Gaba, que llegó con su vestido típico oaxaqueño y les di la bienvenida.
Les pregunté que otra cosa les podía recomendar además de su filete de huachinango a la plancha, a lo que Gabo me respondió: "¿Qué nos sugieres?". Lo dijo con muy buen humor, y aproveché para decirles:
Les recomiendo la sopa de mi abuela, entonces voltea y me dice: "¿Cuál es esa?"
Le respondí: Es una sopa de letritas, Don Gabriel, y soltó la risa. Entonces me reprendió: "no me digas Don Gabriel, dime Gabo".
Su esposa pidió lo mismo que él y el afortunado chofer que los acompañaba, camarones rellenos de marlín al chipotle y tamarindo, los cuales seguimos ofreciendo hoy en día en el menú del Camarón Norteño.
Fui a la cocina con mi hermana Carmen Julia que era la patrona de la cocina y le dije: "hazlo tú personalmente".
Comieron, pedí que no los molestaran hasta que terminaran de comer y si ellos accedían a fotos, sería decisión suya.
Comieron divino -en sus propias palabras- y prometieron que cada año vendrían a visitarnos. Al despedirlos, regresé casi casi bailando vallenato, como bailó Gabo en el museo Marco al ritmo de Celso Piña.
Doce años después de esta anécdota, exactamente hace cuatro días, Gabo moría para desgracia de sus millones y millones de lectores en todo el mundo.
Seguimos esta nueva aventura llamada "Camarón Norteño" con la sangre nueva de mi hijo Rafael.
Estamos en Jiménez 465, Torre San Pedro, donde seguimos haciendo diferencia con nuestra cocina.
En mi próxima columna DETONARÉ para ustedes algo sobre los festejos del decimo aniversario del que fue el primer "Camarón Norteño", donde Neto Coppel Kelly presentó su segundo disco.