'Huachicol': profecía autocumplida
Conforme se agregan actores a la red criminal exhibida, ésta parece contaminarlo todo.
El intento oficial es detener la mancha en el ex secretario de Marina de López Obrador, para que no llegue a la figura del propio ex presidente.
La reacción pública ante este intento de contención ha sido negativa.
Nadie se toma esa medicina sin hacerle muecas y el intento de aplicarla le quita credibilidad al gobierno, en medio de su gran logro por la red criminal que ha cazado.
Un intento de contención de daños más oscuro es el que parece asociado a la ejecución de testigos, conocedores y denunciantes del caso.
Se diría que los criminales descubiertos limpian huellas, suprimen eslabones de complicidad o de conocimiento.
Pero las huellas crecen en todas direcciones.
Se revelan vínculos delictuosos de todo tipo entre marinos, aduaneros, empresarios, prestanombres, compradores y distribuidores de los líquidos ilegales.
Y ha hecho su aparición estelar en la cadena el Cártel Jalisco Nueva Generación, un gran hermano asociado.
Su presencia añade al huachicol fiscal el trasiego marino de armas, cocaína y fentanilo.
Se diría que está toda la carne en el asador, todas las variedades de complicidad política, militar, burocrática y empresarial con el crimen.
Y una confirmación inquietante: la droga ya no es el mayor de los negocios ilegales de México.
Es sólo uno de sus filones, y no el más lucrativo.
México porta en su seno una república mafiosa plurifuncional y diversificada.
Apenas quedan circuitos de la vida nacional que no sean parte, vecinos o víctimas del crimen.
Será difícil contar cuentos absolutorios sobre esa realidad.
Habrá tenido razón profética el ex presidente López Obrador cuando dijo que las tramas criminales no pueden suceder en México sin que el presidente lo sepa, las tape, o sea parte de ellas.
En ese punto de expansión de la mancha estamos: rumbo al ex presidente.
O muy cerca.