El meridiano Corina
Es el saludo a una batalla civil que admite los sustantivos de heroicidad y patriotismo.
En sucesivas movilizaciones, la lucha pacífica del pueblo venezolano bajo la inspiración de María Corina Machado ha derrotado en las urnas y en la opinión pública mundial a una dictadura tan versada en sus mecanismos opresivos como la cubana, de la que es discípula y satélite.
El Premio Nobel de 2025 reconoce, inspiradoramente, la lucha de un pueblo por su libertad, una lucha de resonancias más universales, creo, que la de frenar una guerra, pues no en todos los países hay guerras, pero en todos hay libertades que ganar o defender.
El Nobel de la Paz de este año premia la lucha por la libertad en el corazón de una dictadura, Venezuela, y de otros países que padecen regímenes autocráticos o van hacia allá montados en gobiernos populistas, como México.
El premio a María Corina es un meridiano de libertades globales, un termómetro para medir la temperatura política del mundo.
Y a los gobiernos que caen de un lado o de otro.
No me gusta el balance de la reacción mundial al premio de la libertadora venezolana.
Desde luego, no me gusta la reacción de México, ni de la de América Latina en su conjunto, un continente de gobiernos que no apuestan con entusiasmo por la libertad, sino con tibieza, rechazo y recelo.
La lucha democrática de los venezolanos ha recibido un viento de popa inusitado con el Premio Nobel de la Paz a María Corina Machado.
Pero ha sido un triunfo de orden moral, mediático, diplomático.
Un triunfo de soft power para una causa oprimida por el hard power de la dictadura que manda en Venezuela.
Tan oprimida está la causa de la libertad en Venezuela, que la Premio Nobel de la Paz no puede andar en paz por las calles de su país.