La terca realidad y los gobierno

Carlos Chavarría DETONA® La política siempre ha sabido lo problemático que significa tratar con la realidad cuando se está en el poder. Esta fricción inherente surge cuando la ficción del discurso oficial, siempre esperanzador y elogioso de la propia gestión, choca de frente contra el hecho crudo de la vida cotidiana.
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 La política y la verdad han mantenido, históricamente, una relación de abierta tensión.

 Esta incomodidad con la verdad tiene fundamentos teóricos profundos. 

Hannah Arendt rechaza el cognitivismo en el campo político, negando que sus enunciados puedan ser calificados como verdaderos o falsos, correctos o incorrectos.

Lo que importa, para Arendt, es la apertura ilimitada del mundo para la libertad humana, entendida como total espontaneidad. 

 

Recurrir a conceptos fuertes como "verdad" es peligroso, toda vez que se prioriza la posibilitad del mayor número posible de opiniones en la esfera pública.

En este dominio, nadie yerra o se equivoca, pues solo cuentan las opiniones de la gente, y estas son siempre variables.

 El problema es que, aunque la teoría rechace la verdad, la política práctica siempre buscará evitar que sus principios narrativos y su discurso sean puestos en tela de duda. Sin embargo, la realidad es imbatible.

El Arte de la Evasión: Las Máximas de Greenspan. 

La forma en que el poder navega esta fricción se simboliza en las reflexiones del economista Allan Greenspan, quien dirigió la FED de los EEUU de 1987 a 2006.

Su primera máxima ilustra la primacía del deseo sobre el hecho: “... si los pronósticos no coinciden con la realidad, pues peor para la realidad!”.

Esta evasión se complementa con la manipulación activa del lenguaje para oscurecer los hechos, un fenómeno analizado por George Orwell.

Al igual que la Neolengua de 1984 o las frases huecas que denuncia en La política y la lengua inglesa (Orwell, 2013), la política recurre a los lugares comunes de progreso, justicia y honestidad para ahogar el significado. 

La política intenta moldear la acción colectiva a través de incentivos y narrativas; si un gobierno lanza con euforia que la inflación está siendo dominada, utiliza la proclama como un pronóstico guía, buscando que la acción humana siga ese rumbo.

Se prioriza el discurso sobre el suceso.

 

La segunda línea de pensamiento de Greenspan desnuda el problema de la percepción y el subjetivismo: “Sé que crees que entiendes lo que pensé que dije, pero no estoy seguro de que te des cuenta de que lo que escuchaste no es lo que quise decir”.

Esta frase retrata el papel de la confrontación entre realidad y percepción

Cuentan una anécdota de la vida personal de  Greenspan con la periodista Andrea Mitchell, con quien se casó tardíamente en 1997 y conocía desde 1987, sirve como el corolario perfecto a esta máxima. Cuando a Mitchell le preguntaron por qué habían tardado tanto en casarse, ella respondió que cada vez que hablaban del tema acababa por no entender lo que Greenspan le proponía.

Esta confusión, aunque humorística, subraya un punto crucial: si un líder no puede comunicar sus intenciones de forma clara en un asunto tan simple y personal como el matrimonio, ¿qué esperanza hay de que los gobiernos puedan ser claros sobre temas complejos como la economía o la justicia?.

La falta de claridad en la comunicación, intencionada o no, paraliza la acción y hace imposible el acuerdo, ya sea en el ámbito conyugal o en la política.

Un gobierno puede intentar explicar (a través de un vocero a modo) lo que “realmente quiso decir” un funcionario.

Es el intento desesperado de la política por reconciliarse con la verdad porque lastima. La realidad de una visita a los comercios puede causar un shock que anula cualquier índice oficial.

La verdad percibida, tan cambiante como los intereses individuales, es la que termina por imponerse.

 La Verdad como Ancla de la Acción Colectiva. Cuando un gobernante insiste en una única visión que aquilata sus esfuerzos, está negando la pluralidad como corazón de la política.

Lo que aquí se sostiene es que, cuando las opiniones son el apoyo de acuerdos y decisiones públicas y tienen consecuencias prácticas sobre la vida de las personas, deben poder ser evaluadas con criterios de verdad y corrección. Negar esto sugeriría que la autoridad de la mayoría (del "Pueblo") es inapelable. 

La noción de democracia deliberativa pone de manifiesto el antídoto.

Esta reconoce una dimensión práctica(la inclusión de todos) y una dimensión epistémica (la calidad de sus argumentos).

La verdad no es un dogma, sino la herramienta fundamental para el espacio público democrático. 

Este acto de defender la realidad factual es lo que el disidente Václav Havel denominó “vivir en la verdad”(Havel, 2017): un acto de resistencia que socava el sistema de propaganda, demostrando que la honestidad individual valida la realidad objetiva.

Por otro lado, la lucha por los hechos no es simple.

El filósofo Michel Foucault advierte que la verdad nunca está fuera del poder, sino que cada sistema produce su propio "régimen de verdad" (Foucault, 1992).

Así, la batalla se centra en quién tiene el poder de definir qué hechos son relevantes; un desafío que se magnifica en la complejidad actual de las sociedades en red.

 

Los índices y estadísticas son un recurso para fortalecer una narrativa, pero la terca realidad los desmentirá con facilidad: la realidad del empleo y el crecimiento de las inversiones hablarán de la desconfianza en las proclamas lanzadas desde los gobiernos.

El estancamiento económico que arrastra al mundo desde hace décadas, por ejemplo, es un hecho que ninguna justificación coyuntural podrá ocultar del todo.

Si la Verdad y la Política Están Divorciadas, ¿Quién Gobierna?

Esta pregunta ha generado varias narrativas a lo largo del tiempo: desde la Teoría de la Conspiración y el poder de las grandes instituciones financieras, hasta la incapacidad de los líderes de países importantes para llegar a acuerdos.

No obstante, la mayoría de los expertos coincide en que el mundo se rige por un entorno de complejidad sin precedentes

El poder se ha dispersado, haciendo que sea extremadamente difícil señalar a un único grupo o entidad como el controlador.

La gestión política y material es un entramado de intereses, instituciones y fuerzas asíncronas.

En este vacío de un control central unificado, surge una respuesta poderosa: la Terca Realidad emerge como el gobernante invisible e implacable. 

La realidad gobierna al desmentir los pronósticos de inflación con los precios del supermercado. Gobierna al frenar las inversiones cuando la desconfianza en el clima de negocios es mayor que la euforia oficial.

Gobierna, finalmente, al forzar la rendición de cuentas mediante la acumulación de hechos irrefutables que desgastan la confianza y la legitimidad del poder.

 

El verdadero conflicto de la política moderna ya no es solo entre izquierda y derecha, sino entre la Narrativa del Deseo y la Verdad de los Hechos.

El líder que intente gobernar solo con la primera, ignorando la segunda y la pluralidad que esta exige, será inevitablemente derrocado, no por un complot, sino por el peso ineludible de la Terca Realidad.

 

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Carlos Chavarría

Ingeniero químico e ingeniero industrial, co-autor del libro "Transporte Metropolitano de Monterrey, Análisis y Solución de un Viejo Problema", con maestría en Ingeniería Industrial y diplomado en Administración de Medios de Transporte.