La Ilusión de la elección en la era del feudalismo tecnológico
Lo saben bien quienes se dedican a la política como forma de vida y muy poco el público que es el mandatario en primera instancia, existen muchos vestigios que dejan como residuos las manipulaciones de la “voluntad de la mayoría” como para cerrarse ante la evidencia de intrusiones en los mecanismos de pensamiento colectivo.
En el torbellino de la información contemporánea, donde la inmediatez y la sobrecarga de datos definen nuestra realidad, la precisión del lenguaje se ha diluido, llevando a una peligrosa confusión conceptual.
Palabras como elegir, seleccionar y escoger, que en sus raíces latinas encierran profundos matices de intención y trascendencia, son usadas indistintamente, borrando la importancia de sus distinciones.
Esta indiferenciación lingüística no es un mero capricho semántico; es un síntoma de una crisis más profunda que afecta la capacidad de los ciudadanos para ejercer una voluntad genuina, en gran parte debido a la explotación de nuestros propios mecanismos cognitivos.
Nuestros cerebros están diseñados para tomar atajos mentales (heurísticas) que nos permiten procesar información rápidamente, pero en el entorno digital, estos atajos son explotados con precisión quirúrgica.
Mecanismos como el sesgo de confirmación (la tendencia a buscar información que apoya nuestras creencias), la heurística de disponibilidad(juzgar la importancia de un evento por la facilidad con que lo recordamos) y la apelación a las emociones son usados para construir "tormentas de narrativas" diseñadas para evadir el pensamiento crítico.
Es en este contexto donde la manipulación se vuelve extremadamente efectiva, y la capacidad de discernir entre una elección solida y una simple selección prefabricada se desvanece.
Ejemplos en la Actualidad
- Sesgo de confirmación y burbujas de filtro: Los algoritmos de las redes sociales, como los de Facebook o X (anteriormente Twitter), aprenden de nuestras interacciones para mostrarnos contenido que ya nos gusta. Por ejemplo, si un usuario solo hace clic en noticias que critican a un político, el algoritmo le mostrará cada vez más noticias similares, reforzando su visión sin exponerlo a puntos de vista contrarios. Esto crea una
- "cámara de eco"donde la visión del mundo del usuario se valida constantemente, haciéndolo inmune a la disidencia y más susceptible a la desinformación que se alinea con sus creencias.
- Heurística de disponibilidad y viralidad: Durante una crisis de salud o un evento político, las noticias falsas o los rumores alarmantes que circulan masivamente en WhatsApp o TikTok se vuelven "fácilmente disponibles" en la mente de las personas. La constante repetición de estos mensajes, aunque sean falsos, hace que parezcan más importantes o probables de lo que son en la realidad, provocando miedo o pánico y alterando la percepción colectiva del riesgo.
- Apelación a las emociones: Los titulares sensacionalistas y las imágenes impactantes están diseñados para generar indignación o euforia instantánea, lo que nos impulsa a compartir contenido sin detenernos a verificar su veracidad. Un ejemplo claro es la difusión de "deepfakes" o imágenes alteradas en campañas políticas, que buscan provocar una respuesta emocional negativa contra un oponente en lugar de un análisis racional de sus propuestas.
Organizaciones y Servicios de Gestión de la Percepción
La gestión de la percepción es un término de la industria que puede abarcar desde servicios legítimos de relaciones públicas y marketing hasta operaciones encubiertas.
Las siguientes son algunas categorías de organizaciones que, según reportes periodísticos y de investigación, se dedican a influir en la opinión pública de diversas maneras:
- Firmas de "Comunicación Estratégica" y "Propaganda Computacional": Investigaciones del Oxford Internet Institute han identificado a firmas que ofrecen servicios para manipular la opinión pública en redes sociales. Estas organizaciones usan "ciber tropas" (cuentas automatizadas, bots y humanos) para amplificar mensajes, desacreditar oponentes y crear la ilusión de un consenso popular. Sus servicios son contratados tanto por gobiernos como por partidos políticos y empresas.
- Empresas de Monitoreo y Análisis de Medios: Compañías como Zimat o Gabinete de Comunicación Estratégica, se dedican a monitorear y analizar la presencia mediática de sus clientes para ayudarlos a "gestionar su reputación corporativa" o "mejorar su percepción favorable". Aunque estas actividades pueden ser legítimas y transparentes, la línea entre la gestión de la reputación y la manipulación sutil de la percepción pública puede ser muy delgada, especialmente en contextos políticos.
- Proveedores de Vigilancia y Ciberseguridad (con doble uso): El caso de Pegasus, de la empresa NSO Group, es un ejemplo de cómo herramientas de vigilancia inicialmente diseñadas para combatir el terrorismo son utilizadas para espiar a periodistas, activistas y políticos. Si bien su objetivo principal no es la gestión de la percepción, el uso de esta tecnología puede tener un efecto disuasorio en la opinión pública y silenciar a las voces críticas, un mecanismo indirecto de control {https://www.youtube.com/watch?v=JAoR97F9UF0} .Otro caso notorio es el del "Team Jorge", un grupo de origen israelí que, según una investigación del consorcio de periodistas Project Pegasus, ofrecía servicios de desinformación masiva y manipulación de elecciones a través de un software llamado "Aims" {https://www.youtube.com/watch?v=v6Tvf0QY820}{https://forbiddenstories.org}. Este software permitía crear miles de perfiles falsos en redes sociales para difundir información falsa y manipular el discurso público.
La Importancia de la Elección Genuina
En su esencia, elegir (del latín eligere) implica un acto de profunda reflexión y visión de futuro. Es una decisión de gran trascendencia, alineada con nuestros valores y convicciones, como el acto de votar por un gobernante que moldeará el destino de una sociedad.
Por otro lado, seleccionar (del latín seligere) se refiere a la aplicación de criterios objetivos para discernir entre opciones, un proceso más metódico y menos personal.
Finalmente, escoger (del latín excolligere) denota una preferencia más ligera, una elección entre un conjunto preestablecido para un uso particular y cotidiano, sin mayor implicación.
La pérdida de estas distinciones no es trivial; cuando la "elección" política se reduce a un mero "escoger" entre opciones prefabricadas, o a una "selección" basada en criterios superficiales, se despoja al ciudadano de su agencia y responsabilidad.
La Tormenta de Narrativas y la Deformación Democrática
La capacidad para ejercer una elección genuina se ve gravemente comprometida en la era actual por una "tormenta de narrativas" calculadas con precisión quirúrgica por diversos centros de poder.
En este escenario, el pensamiento crítico languidece, y la manipulación de la información se convierte en una herramienta eficaz para moldear la percepción pública.
Las fake news, los sesgos de confirmación amplificados por algoritmos y la apelación constante a las emociones, desvirtúan cualquier intento de objetividad.
Lo más alarmante es que el desmantelamiento de las democracias, que ocurre a plena vista, parece ser percibido por muchos como un mero espectáculo, una fuente de entretenimiento, en lugar de un retroceso alarmante que nos acerca peligrosamente a un nuevo período feudal.
La desesperanza, en este contexto, llega tarde, cuando las estructuras democráticas ya han sido vaciadas de contenido.
El Feudalismo Tecnológico y la Ilusión de la Participación
A diferencia de épocas pasadas, donde las presiones sociales se manifestaban en las calles, el control digital ha redefinido la efectividad de la protesta.
Los medios digitales, lejos de ser plataformas neutrales, operan con sus propias narrativas interesadas, y la vigilancia digital permite a los poderes identificar, neutralizar y desviar la energía colectiva.
Lo que se nos ofrece es la ilusión de una democracia, una participación superficial a través de "likes" y "shares" que, en realidad, canalizan y asimilan toda la energía de cambio.
Esta democracia digital carece de la esperanza fundada y realista de un futuro mejor, una esperanza que solía ser el motor de la lucha contra los totalitarismos.
El peligro más inminente de este nuevo feudalismo tecnológico radica en la capacidad de los sistemas digitales para categorizar a los seres humanos.
Basándose en vastas cantidades de datos sobre nuestro comportamiento, interacciones y opiniones, se nos clasifica como "confiables" o "no confiables" para la gran red que nos envuelve.
Al externalizar la vigilancia y depender de una tecnología opaca y poderosa, los gobiernos renuncian a una parte de su soberanía y se exponen a una vulnerabilidad sistémica.
Están operando en un sistema que ellos no diseñaron ni controlan por completo, es una paradoja de la vigilancia: en su intento por asegurar el control absoluto, los gobiernos se vuelven dependientes y vulnerables a un poder superior, en este caso, la compañía tecnológica.
Esta categorización no es abstracta; tiene consecuencias tangibles.
La exclusión digital puede significar la imposibilidad de acceder a servicios esenciales, empleo o incluso a la participación social, relegando a los individuos "no confiables" a una existencia marginal.
Nos estamos dejando conducir dócilmente hacia un modelo de sociedad en red donde la conveniencia se paga con la libertad y la autonomía, que son substituidas por la seducción que ejercen las tecnologías de operación digital de las comunidades.
La Desesperanza y la Búsqueda de Resistencia
La asimilación de toda energía colectiva dispuesta para el cambio por parte de este sistema tecnológico plantea una pregunta existencial: ¿cómo se puede resistir cuando la propia herramienta de comunicación y organización se convierte en un instrumento de control?.
La desesperanza, que llega cuando las consecuencias son irreversibles, amenaza con consolidar un futuro donde la elección genuina es una quimera y la ciudadanía se reduce a una mera identidad digital bajo la supervisión de poderes invisibles.