Las reformas desconstitucionales

Alberto Martínez DETONA: Este 5 de febrero se conmemoró en nuestro país el día de la Constitución.

Esta fecha emblemática recuerda que nuestro país ha tenido, en la historia reciente, dos Constituciones relevantes, la de 1857 y la de 1917, ambas han sido capitales para la construcción de nuestro país.

Durante la actual administración, el gobierno en turno se ha topado con pared con las restricciones jurídicas para imponer su proyecto de nación, un proyecto caracterizado por el sometimiento, la compra de voluntades y sobre todo, el desmantelamiento de instituciones, que por su importancia y carácter técnico se ha buscado que estén ajenas a las batallas políticas.

Sin embargo, para la actual administración estas instituciones autónomas se han conformado más como opositores y bloques que obstruyen el avance de su llamada transformación de la vida pública. 

Las confrontaciones con la Suprema Corte de Justicia de la Nación sobre la legalidad de sus modificaciones; o bien, con el INAI a través del cual se puede dar seguimiento a los procesos de adjudicación de obras y compras del gobierno, donde se han puesto de relevancia la participación de los hijos del presidente como gestores o intermediarios para favorecer a gente cercana a ellos, han puesto de relieve que estos organismos, según la visión presidencial, es necesario que desaparezcan, para que dejen hacer de las suyas a los amigos de los hijos del Presidente.

No obstante, las propuestas que presenta Andrés Manuel López Obrador carecen del número de votos suficientes en el Congreso para poder sacar adelante el proyecto jurídico en su conjunto.

Entonces, ¿en qué radica el sentido de promover una agenda legislativa en el último año de su gobierno, cuando no tiene los votos suficientes?

Analizar las iniciativas presidenciales guarda tintes políticos electorales de abierta intromisión en el proceso electoral, por un lado; así como colocar una camisa de fuerza y comprometer aún más a la candidata de su partido.

En este sentido, vale la pena hacer eco del cinismo electoral presidencial o mejor aún, convendría en el mejor de los casos acorralar a la candidata de Morena y forzarla a pronunciarse sobre especificidades de cada una de las 20 iniciativas.

Sería muy interesante saber si ella está a favor o en contra y por qué, de los 20 proyectos de Ley que presentó este 5 de febrero el Presidente.

El objeto de las iniciativas no es menor, comprende desmantelar y desmontar la arquitectura democrática de nuestro país, comprende someter la voluntad de un solo sujeto al destino nacional, con el objeto de afirmar un proyecto de país, de avasallar a la oposición y crítica; y sobre todo, de explotar y beneficiarse cínicamente de los intereses económicos que ello supone.

Revisar el proyecto presidencial puede ser bizantino y exponernos a ser los tontos útiles que el régimen desea, pero si el objeto es revisar el proyecto jurídico con ánimo de exponer el proyecto de país y el papel de una sola voluntad, vale la pena meterse en serio. 

Sobre todo si ello concibe el someter a la candidata del oficialismo a que se manifieste y diga qué compromisos le están heredando y si ella está desde ahora dispuesta, en caso de ganar, de cargar con un legado que no será el suyo y al que le están dando línea del proyecto que debe continuar. 

Será muy enriquecedor saber para qué lado se hace Claudia.
Alberto Martínez Romero

Licenciado en Periodismo y Comunicación Colectiva por la UNAM. Tiene un MBA por la Universidad Tec Milenio y cuenta con dos especialidades, en Mercadotecnia y en periodismo de investigación por el Tec de Monterrey. Tiene diversas diplomaturas en Habilidades Gerenciales por la Universidad Iberoamericana y se ha especializado en Relaciones Públicas y Atención de Crisis en Comunicación. Ha sido reportero y editor en medios como Reforma y El Universal. Fue corresponsal en Centroamérica para Reforma y Notimex. Colaboró en la realización del libro “La Huelga del Fin del Mundo”, de Hortensia Moreno y Carlos Amador, primer libro que se escribió sobre la huelga estudiantil de 10 meses en la UNAM en 1999.