Los enredos de la Presidencia y la embajada
La semana está cerrando, para la presidenta Claudia Sheinbaum, como empezó: a la defensiva, con la iniciativa perdida y envuelta en un torbellino de contrainformación. Sheinbaum se encuentra en un brete por una fotografía publicada en varios medios, en la que aparecen cuatro agentes en uniformes tácticos, presumiblemente estadounidenses, y un texto que decía que la Oficina de Migración y Aduanas (ICE) y la Oficina de Investigaciones Criminales del Departamento de Seguridad Nacional habían encabezado un operativo en Sinaloa, donde desmantelaron tres laboratorios para fabricar drogas sintéticas.
La publicación del comunicado de la Embajada de Estados Unidos en México sobre el operativo fue empaquetada con un boletín de ICE que, al subirse a la plataforma X, provocó de inmediato cuestionamientos a Sheinbaum, por lo que se leyó como una intervención estadounidense autorizada por la presidenta, pese a insistir en que eso no sucedería. Latinus fue el que primero lo subió a las 4:33 de la tarde del miércoles, y de ahí fue escalando en los medios, que coronó La Jornada con la fotografía de los uniformados –en uno de ellos se alcanza a apreciar que tiene el escudo del ICE–, donde el mensaje generalizado era que quien tomaba las decisiones en operaciones contra los cárteles eran los estadounidenses.
Quince horas después de que comenzaran a subir las críticas y los cuestionamientos por la incongruencia, la presidenta dijo que la fotografía era falsa y que se lo habían hecho saber la víspera a La Jornada. Sheinbaum no dijo cómo supieron que era un fraude, pero el diario no hizo ninguna corrección, ni nadie, para los efectos deseados por la presidenta, probablemente amparándose éticamente en que la imagen la sacaron de una cuenta oficial del gobierno estadounidense.
La Embajada de Estados Unidos en México comenzó el control de daños en la mañana del jueves y, ante las sospechas de que fuerzas especiales de su país habían tomado parte en operativos en territorio mexicano, envió una carta al programa de Ciro Gómez Leyva en Radio Fórmula, donde negaron por completo esas versiones y dijeron que el desmantelamiento de los laboratorios había sido hecho por la Agencia de Investigación Criminal y la policía ministerial de la Fiscalía General de la República.
Las cosas, sin embargo, no fueron zanjadas en su totalidad, porque no se podía. La fotografía colocada en la cuenta oficial de ICE era muy poderosa.
La embajada, que esperaba la llegada del nuevo embajador, Ronald Johnson, este jueves, no mintió, pero escondió las cosas.
Es cierto que la información que difundió el miércoles, como insistió en su carta, señalaba que había sido dirigida por un equipo de la AIC que estaba “certificado” por ICE, que depende del Departamento de Seguridad Nacional, sin aclarar lo que “certificado” significaba.
Lo que ya no aclaró la embajada en su carta es la afirmación de ICE de que fue “una operación” dirigida por “una unidad certificada” de esa agencia y de la Oficina de Investigaciones Criminales del Departamento de Seguridad Nacional, apoyados por las secretarías de la Defensa y la Marina. Y tampoco calificó de falsa la fotografía.
El comunicado de la embajada, sin embargo, desmiente a Sheinbaum en cuanto a la fotografía, que lleva a preguntarse: si no fueron los estadounidenses quienes le expresaron que era apócrifa esa imagen –de otra manera lo habrían negado este jueves–, ¿quién le informó de ello?
Saber quién le da ese tipo de reportes es muy relevante para saber la calidad de información que recibe la presidenta de sus colaboradores.
La parte más relevante de la carta aclaratoria es que, si bien reitera que la operación fue dirigida por la AIC, no niega que haya estado involucrada “una unidad certificada” estadounidense.
Estas unidades certificadas –vetting es como se les define en Estados Unidos– funcionaban durante el gobierno de Felipe Calderón de manera recíproca en operaciones coordinadas, con equipos que habían pasado los controles de confianza establecidos por ambos gobiernos.
El presidente Enrique Peña Nieto, cuyo pensamiento sobre la colaboración con Estados Unidos era similar al del presidente Andrés Manuel López Obrador, cambió los términos de la relación, que se volvió nula durante el sexenio pasado.
Ayer, la presidenta reiteró los lugares comunes de su narrativa: que no hay subordinación ni participación de elementos de alguna agencia de Estados Unidos en ninguna operación, ni coordinan a agentes mexicanos en su territorio.
El comunicado de ICE dice cosas que la contradicen en materia de coordinación y colaboración orgánica entre los dos países.
No obstante, pueden plantearse tres hipótesis:
- Si la presidenta está totalmente informada de los acuerdos de cooperación en materia de seguridad que se han ido forjando en los últimos siete meses, o si la mantienen en la oscuridad en temas altamente sensibles –lo que, por su personalidad, sería difícil que sucediera–, para darle una salida plausible en caso de que se descubriera que su gobierno está caminando hacia el tipo de relación que tenía Calderón con la Casa Blanca.
- Si la Embajada de Estados Unidos cometió un error al empaquetar su comunicado con el de ICE, que incluía una cooperación mucho más profunda de lo que México quiere admitir en público, o si lo hizo deliberadamente con la salida plausible de que las revelaciones sobre asuntos delicados en el tema de la seguridad no salieron de la representación diplomática, sino de Washington, pero dejando claro que una cosa es lo que dice la presidenta en México, y otra, en dónde está parada en realidad.
- O si ICE es quien incurrió en un error y la fotografía que publicó no tiene que ver con México.
En cualquier caso, el gobierno y la embajada se metieron en un enredo comunicacional que, por un lado, de no aclararse satisfactoriamente para la presidenta, deja a Sheinbaum metida en una contradicción entre lo que dice y lo que hace, y por el otro, aunque podría considerarse como algo positivo, que su estrategia de seguridad está reconstruyendo la parte más importante que se había perdido con López Obrador, el intercambio de inteligencia de alta calidad para golpear a los cárteles de las drogas.