Morena y la incertidumbre
En el presente, ningún programa social ni obra de infraestructura de gran magnitud (y poca rentabilidad) del gobierno de Morena (Movimiento de Regeneración Nacional) implementadas desde 2018, han podido entregar la estabilidad necesaria para disminuir la incertidumbre en que viven los mexicanos y que frena el crecimiento de la nación.
La inestabilidad no es un problema exclusivo de los gobiernos de Morena, pues los gobiernos nacionales anteriores del PRI y PAN, ahora partidos de oposición, la han propiciado durante sus gestiones sexenales.
La aportación específica de inestabilidad, en el caso de Morena, es considerar a la incertidumbre como un costo que sus gobiernos están dispuestos a pagar, no a eliminar, en la persecución de su agenda política e ideológica.
¿Fue deliberado que, por ejemplo, el presidente López Obrador exhibiera un liderazgo caprichoso y sus decisiones se basaran en su criterio personal sin atender a los datos duros, la racionalidad científica ni a una estrategia de políticas públicas?
Esa forma de liderazgo emocional, carismático e intuitivo de López Obrador lo sigue conduciendo, en lo esencial, Claudia Sheinbaum al apoyar la persecución de objetivos políticos por encima de una conducción científica de la administración pública, es decir, a seguir recurriendo a la incertidumbre como forma de gobierno.
Lo que yo no comprendo es que Sheinbaum, si tiene una formación académica en el área de Ciencias Naturales y obtuvo un doctorado en ciencias en la UNAM, se conduzca en el gobierno nacional como si no tuviera una formación científica.
Ante la evidencia real y los datos duros sobre el estado complicado de la economía, la seguridad pública, la relación con Estados Unidos, la liquidación insensata del equilibrio de poderes y una larga lista de problemas nacionales, Sheinbaum no adopta un enfoque estratégico y profesional sobre la elaboración y aplicación de las políticas públicas, sino simplemente navega en la inercia administrativa y política heredada de su antecesor.
Por algo, la Real Academia Española define a la incertidumbre como “la falta de certidumbre o de conocimiento seguro sobre un evento, situación o resultado y se asocia con situaciones de fragilidad, peligro o extravío”, pues toca una fibra que cualquier mexicano reconoce en su ámbito personal.
Por más buena fe que, en mi caso, tengo para reconocer la necesidad de apoyar al gobierno nacional (con cualquier líder o partido político que estuviera en el poder) en situaciones críticas como las de este año duro de 2025 para México, ¿cómo puedo yo confiar en que las decisiones de Sheinbaum sean racionales y elaboradas con criterios profesionales y “conocimiento seguro”, no en el crudo cálculo político o el fanatismo ideológico?
El profesor José Luis Méndez (El Colegio de México), experto en el tema de políticas públicas, habla en uno de sus libros sobre el “enfoque hacia la orientación práctica” de las políticas públicas, bajo el cual el estudio de las políticas públicas debe resolver problemas sociales y no quedarse sólo en la reflexión teórica o epistemológica.
“El gobierno por políticas es un gobierno más a tono con una sociedad civil más diversificada. Esta orientación hacia la resolución de problemas particulares se concilia entonces mejor con la creciente fragmentación y particularidad de la realidad social que ha venido con la posmodernidad”, nos dice Méndez (en “Políticas Públicas. Enfoque estratégico para América Latina”. México: FCE, 2020).
No veo conexión o correspondencia entre la visión no científica de los gobiernos nacionales morenistas a partir del año 2018 y la compleja realidad mexicana con su “fragmentación y particularidad de la realidad social” señalada por el Dr. Méndez.
No, simplemente no hay manera de que la incertidumbre que vive el país se vaya a disipar si el gobierno de Sheinbaum no cambia su enfoque de liderazgo intuitivo y conferencias matutinas irrelevantes hacia uno de formulación científica de políticas públicas.