Nueva Era

Qué presidente tan extraño

Pablo Hiriart DETONA® Lo que quiere el presidente de Estados Unidos es hacer negocios con Rusia y distanciar a ese país de su enemigo comercial que es China. Más o menos, un Nixon al revés.
https://vimeo.com/1091444957

Madrid.- Hace unos días el presidente Donald Trump dio a conocer que “he ordenado que dos submarinos nucleares se posicionen en las regiones apropiadas, por si acaso esas declaraciones alocadas (del expresidente ruso Dmitri Medvédev) e incendiarias fueran más allá”.

Es decir, al tuit de un segundón que ya nadie escucha, Donald Trump respondió con el emplazamiento de submarinos atómicos para, de ser necesario, atacar Rusia y desatar el Armagedón nuclear del que “sólo sobrevivirán las cucarachas”, como dijo hace décadas el Nobel de Aracataca.

¿Por un tuit?

Antes de ir al fondo, hay un par de interrogantes: todos los submarinos que tiene Estados Unidos son nucleares.

Si se refería a los de clase Ohio, no necesitan moverse para atacar Rusia: sus ojivas tienen un alcance mayor a los 11 mil kilómetros, con una potencia de alrededor de 400 kilotones.

La que hace 80 años devastó Hiroshima era de 15 kilotones.

Mueve uno de esos gigantes de 180 metros de largo, ¿por el tuitazo de un lenguaraz al que ni sus amigos toman en serio?

Otra: los submarinos son eso, sumergibles, para no ser vistos y atacar por sorpresa.

Entonces, como dijo El Feo en el inolvidable western de Sergio Leone: “cuando vayas a disparar, dispara, no avises”.

A estas alturas nadie puede decir que Donald Trump no es inteligente.

Claro que lo es. Barrió con los demócratas en las pasadas elecciones, no obstante haber sido hallado culpable de delitos que a otro político de Estados Unidos le habrían costado la carrera y seguramente la libertad.

Cuando el expresidente Trump vio por televisión que Rusia había invadido Ucrania y avanzaba hacia Kiev, el 24 de febrero de 2022, exclamó que el ataque le pareció algo maravilloso, y elogió a su amigo Vladímir, como ha hecho en tantas otras ocasiones.

Ese día Putin rompió de manera abierta el orden que nació con el fin de la II Guerra, en el que ningún país podía mover sus fronteras por la fuerza.

Se acabó la paz de tres cuartos de siglo con esa invasión rusa a un país europeo, soberano, libre y democrático.

Pero el presidente de Estados Unidos lleva su mano al botón nuclear porque el fanfarrón Medvédev lo bulleó en un tuit:

Trump está jugando al juego de los ultimátums con Rusia: 50 o 10 días… tendría que recordar dos cosas. Primero: Rusia no es Israel, ni siquiera Irán. Y segundo: cada nuevo ultimátum es un paso más hacia la guerra. No entre Rusia y Ucrania, sino con su propio país”.

Putin no hizo comentario alguno a lo tuiteado por Medvédev. Ni siquiera respondió a la amenaza atómica de Trump.

Trump llegó a un acuerdo con Zelenski para quedarse con buena parte de los minerales –“tierras raras”– de Ucrania, vitales para las nuevas tecnologías, pero no puede meter ni un solo ingeniero o una maquinaria porque ese país está en guerra.

Lo que quiere el presidente de Estados Unidos es hacer negocios con Rusia y distanciar a ese país de su enemigo comercial que es China. Más o menos, un Nixon al revés.

Pero la alianza de Rusia y China es invulnerable mientras en el Kremlin mande Putin, su amigo, con el que ahora está enojado, pero le sigue regateando armas y recursos a los ucranianos para que se defiendan.

Un presidente muy extraño, la verdad.

Acaba de hacer un magnífico trabajo en Irán, al destruir de manera incruenta, en una operación quirúrgica, la capacidad del régimen chií de tener bombas atómicas durante mucho tiempo.

Y no es capaz de frenar la acción genocida de Netanyahu en Gaza, ni de usar la revigorizada fuerza política de Estados Unidos en Medio Oriente para poner una propuesta de arreglo en ese infierno donde las imágenes de los rehenes israelíes en manos del terrorismo de Hamás nos transportan a los campos de exterminio nazis.

Bueno, si tuvo una: que se fueran de Gaza los dueños de casa, es decir los palestinos, y hacer ahí un desarrollo turístico con resorts y campos de golf.

Luego, al ver las imágenes de niños gazatíes famélicos y otros que mueren literalmente de hambre porque el gobierno de Israel impide que les lleven alimentos, Trump se dice horrorizado y declara que está muy molesto con Netanyahu. ¿Y?

Es extraño el presidente de Estados Unidos.

Denomina terrorista a Nicolás Maduro por ser el jefe de un cártel criminal, y al mismo tiempo autoriza a Chevron a hacer negocios con el gobierno del terrorista.

Tuvo en su equipo de trabajo a uno de los mayores genios del siglo XXI, Elon Musk, y en lugar de ponerlo al frente de una gran maquinaria de innovación científica y tecnológica, lo desaprovechó en una chamba de recortes de personal.

La imaginación no alcanza para columbrar lo que pudo haber logrado la alianza virtuosa del presidente más poderoso de la Tierra con el genio más poderoso del espacio.

Acabó peleado con Musk y amagó con deportarlo.

¿Deportar a Elon Musk, que nació en Sudáfrica?

Musk tiene buena parte de su producción de Tesla en China. Xi le abriría los brazos. También Putin.

Que extraño presidente. Gobierna para sí mismo, para vengarse de quienes han cuestionado su grandeza personal, para humillar a los que han puesto límites a su caprichosa voluntad.

Pero en las democracias, benditas sean, es posible corregir.
En las tiranías no.
https://vimeo.com/1015118818
https://vimeo.com/1089261994
https://vimeo.com/1091496933
Pablo Hiriart

Nacido en Chile, emigró a México a fines de los 70. En 1980 inicia su etapa como reportero del semanario Proceso y del diario La Jornada antes de formar parte del equipo de comunicación del gobierno federal.
Desde el año 2016, participa en México Confidencial en Azteca 13, en Proyecto 40 y es Director General de información política y social del diario El Financiero, donde escribe la columna "Uso de Razón".